Image: De Rabelais a Dalí. La imagen grotesca del cuerpo

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Ensayo

De Rabelais a Dalí. La imagen grotesca del cuerpo

Beatriz Fernández Ruiz

19 mayo, 2005 02:00

Dalí, Jirafa ardiendo (1937)

Universidad de Valencia. 268 páginas, 17’50 euros

Desde niños aprendemos a ocultar lo que sale del interior de nuestros cuerpos. El buen gusto censura las manifestaciones más obvias de la vida corporal: los procesos digestivos, la excitación y el placer sexual, la enfermedad y la agonía han sido sepultadas en el fondo de lo privado, perdiendo todos los vínculos con la sociedad y con el cosmos que una vez tuvieron.

Una especie de canon higiénico ha pretendido alisar nuestras protuberancias, taponar nuestros orificios, ocultar los signos de ciertas funciones vitales y los intercambios del cuerpo con el mundo exterior. Pero hubo un tiempo (el final del medievo y el Renacimiento) y un mundo (el del carnaval y la cultura popular) en que las realidades del cuerpo no se escondían, sino que se celebraban como gloria y miseria a la vez de la carne humana. Mijail Bajtin, el gran teórico ruso de la literatura, investigó y rehabilitó ese mundo, que él cifraba en la idea de un cuerpo grotesco. El cuerpo grotesco es un ente que sin vergöenza fecunda y es fecundado, pare y es parido, traga y defeca, bebe y orina, agoniza y se pudre. El cuerpo lleva dentro de sí las semillas del cosmos y forma parte de las continuas metamorfosis de la vida.

El núcleo de este libro de Beatriz Fernández, profesora de la Facultad de Bellas Artes de la Complutense, consiste en abordar, desde esa noción bajtiniana del cuerpo grotesco, la obra de Salvador Dalí. La obsesión por los procesos digestivos como metáfora de la relación del hombre con el mundo (el canibalismo, la podredumbre, etc.) es un rasgo típicamente grotesco y carnavalesco del imaginario daliniano. Pero Beatriz Fernández estudia en particular dos regiones de ese imaginario. La primera es la fascinación de Dalí por los insectos, animales grotescos por antonomasia: las nubes de moscas y abejas (que pululan en torno a lo podrido), la langosta o príapo volador, las hormigas y la mantis religiosa (caníbal vocacional). La segunda región se refiere a la imagen del cuerpo en Rabelais y en Dalí: el vientre y el falo, el cuerpo despedazado, la boca y el ano, las vísceras e intestinos, la injuria y la risa, la locura y la tontería.

Toda esta apasionante aproximación al universo daliniano viene precedida en el libro de Beatriz Fernández por un largo rodeo: se inscribe en una extensa historia de la noción de lo grotesco en la creación y en la teoría. Desde el grotesco clásico (el origen del grotesco como arte ornamental) y su aparición en los primeros tratados de arte, pasando por ejemplo por la teoría romántica de lo grotesco, la autora nos lleva, paso a paso, con erudición y amenidad al mismo tiempo, hacia el cuerpo grotesco del siglo XX. Y la reflexión no concluye con los temas centrales de Dalí y el surrealismo: hay un último capítulo dedicado a lo grotesco en el arte de la última década, a través de la obra de artistas tan conocidos como Louise Bourgeois, Paul McCarthy y Franz West y de tópicos tan provocativos como el cuerpo sin cabeza, el color rosa de la carne o el concepto de lo informe.