Image: Historia de la ciencia

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Ensayo

Historia de la ciencia

Carlos Solís y Manuel Sellés

1 septiembre, 2005 02:00

Los autores revisan la historia de la ciencia. En la imagen el prehistórico Stonehenge

Espasa. Madrid, 2005. 1191 páginas, 38’37 euros

Sería pretensión vana intentar reducir a los estrechos límites de un comentario el caudal de información que ofrece este libro. A otra escala es lo que les sucede a sus autores en relación con el tema que abordan: "No es tarea sencilla escribir una historia de la ciencia que vaya de Stonehenge al telescopio espacial Hubble o siquiera sea de Aristóteles a Einstein".

Y verdaderamente, un simple índice de lo que aquí se contiene bastaría para llenar cumplidamente esta página. Su propósito es hacer ver que la ciencia es un bien cultural al que no son ajenas cualesquiera manifestaciones materiales o espirituales: tecnología, economía, política o religión. Y lo acometen concentrando su atención en dos grandes polos, las ciencias de la naturaleza y las matemáticas utilizadas por ellas, con las sucesivas ramificaciones de ambas.

Así, la primitiva medicina y las matemáticas junto con la astronomía suponen los primeros vagidos, todavía con ciertos componentes míticos, de una ciencia que aspira a ser un sistema de represencación cognoscitiva y un control de la realidad natural y social. Los griegos la dotan de un carácter metodológico y filosófico, con propuestas que se pueden defender y justificar. Los tres máximos matemáticos helenísticos, Euclides, Arquímedes y Apolonio instituyen la matemática abstracta, que sirve de base a la mecánica, ingeniería, óptica, música y astronomía; como disciplinas adheridas en la Edad Media se les incorporarán también el álgebra, la ciencia experimental, la cinemática o, en las ciencias de la naturaleza, la alquimia, la medicina y la historia natural. Tiempo éste en el que irrumpen los pueblos invasores de Roma, luego el Islam con sus aportaciones y, finalmente, florece el Renacimiento cristiano.

El siguiente gran capítulo se ocupa de la ciencia moderna, la del siglo XVII, que se suele identificar con el heliocentrismo y la mecánica newtoniana pero que presenta muchas más caras y camps nuevos. Los modelos astronómicos de Copérnico, Kepler y Galileo culminaron con la síntesis de la filosofía natural de Newton, regida por principios matemáticos en los que también se apoyan otros desarrollos de la física. En cuanto a las ciencias de la naturaleza, refractarias algunas, como las biomédicas, el método de Newton, cuentan con los estudios en anatomía y fisliología humanas de Vesalio y de Harvey pero se echa de ver un procedimiento sistemático de organizar los reinos naturales, en lo que se adelanta quizá la botánica.

Llegamos al siglo XVIII, la ciencia de la Ilustración, con sus ideas de progreso y predominio de la razón. El avance de la técnica provoca la revolución industrial. La filosofía natural se abre al expeirmento y el calor, la electricidad y la meteorología pasan a ser objeto de estudio de esa física experimental. Está también la física exacta, porque el método matemático se va extendiendo a casi todas las esferas de la actividad humana. Y aunque los físicos aspiraban al empleo de formulaciones algebraicas, como son las de Euler y Lagrange, la llamada "física matemática" tardará un siglo en llegar. Y empieza la revolución química, que personifica Lavoisier definiendo el papel del oxígeno y estableciendo la nomenclatura química. La historia natural registra entre otras las polémicas de Lineo y Buffon sobre la clasificación taxonómica. Es el XIX el siglo de la ciencia que alienta la fe en el progreso económico y tecnológico. Su prestigio e influencia crece sobre todo en la biología y en las ciencias humanas. Asoma ya la especialización en terrenos que transitan el electromagnetismo, la relatividad, la termodinámica y la física estadística, y, en la química, la espectroscopía, la radiactividad y los modelos atómicos. Las ciencias naturales van imponiendo sus teorías morfológicas y evolucionistas y desde la paleontología a la teoría celular y la microbiología se anotan nuevos descubrimientos.

Los profesores Solís y Sellés se arriesgan por último a penetrar en el siglo XX y analizar sus logros: física cuántica, astrofísica, micro y macrocosmos, genética, biología molecular... La ciencia sienta su posición a través de sus relaciones con el Estado, la industria y la sociedad: ejemplos respectivos, las aplicaciones militares, la electrónica y un sistema de vida impensable un siglo atrás. Lo dije ya: todo esto no es siquiera un mínimo escaparate de lo que aquí encontrará el lector; y podrá seguirlo sin tropiezos técnicos, como quien lee un libro de amenos relatos o de historia. En cuadros aparte, las clásicas "ventanas", encontrará si lo desea más explicaciones de esta estupenda narración de la gran aventura de la ciencia.