Ensayo

Todos los hombres del sha

Stephen Kinzer

20 octubre, 2005 02:00

Stephen Kinzer. Foto: Archivo

Debate. Madrid, 2005. 347 páginas, 20 euros

En agosto de 1953 la CIA derrocó, a petición de Londres y con la ayuda británica, al jefe del gobierno iraní Muhammad Mossadegh por haber nacionalizado el petróleo de su país, que durante medio siglo había explotado en régimen de monopolio abusivo (devolvía a Irán sólo el 16% de sus beneficios) la Anglo-Iranian Oil Co.

Fue el primer golpe de la CIA y se celebró como un éxito estratégico y como un modelo para una larga lista de acciones posteriores en Cuba, Congo, Guatemala, Vietnam, Chile y otros países. "El golpe reportó a EE.UU. y a Occidente un Irán seguro durante veinticinco años", concluye Stepehen Kinzer, corresponsal del New York Times, al final de su investigación, resumida en una introducción, 12 capítulos y un epílogo acompañados de notas y biliografía. "Resulta difícil imaginar, no obstante, un resultado que hubiese causado tanto sufrimiento y horror durante el medio siglo siguiente como los que provocó la Operación áyax".

Es imposible, tras leer el libro, redactado en un estilo vivo de guión dramático más que de ensayo histórico, no sentir simpatía hacia Irán. Madeleine Albright, antes de dejar el departamento de Estado en el 2000, confirmó oficialmente la responsabilidad estadounidense en el golpe del 53. Kinzer nos presenta las pruebas, explica las causas y analiza las consecuencias. En el camino nos hace perder toda esperanza en las posibilidades de Occidente de exportar su democracia al resto del mundo. ¿Cómo puede exportar democracia a Oriente Medio el país que abortó de raíz el primer experimento democrático de la región y restableció en su lugar el régimen represivo del sha para compartir con el Reino Unido el control de sus ricos yacimientos de petróleo y ganar otra victoria estratégica a la URSS? ¿Qué credibilidad puede tener el país que, durante los cincuenta años siguientes, apoyó sistemáticamente a casi todos los dictadores de la región?

Aunque el ejecutor del golpe fuera Kermit Roosevelt, director de la CIA para el Oriente Próximo y nieto del presidente Roosevelt, los inductores de la trama fueron los británicos. Los EE.UU. sólo intervie- nen cuando el Foreign Office fracasa en todos sus intentos de impedir la nacionalización del petróleo por las buenas o por las malas, con golpes e invasiones incluídos.

Mossadegh es un hijo de nobles persas educado en Francia. Los servicios secretos británicos lo presentan como un mafioso, un fanático y un desequilibrado. La CIA lo presenta como un líder pionero de la causa tercermundista, bien informado, honesto y afable. Para el 99% de los iraníes, es el héroe por antonomasia, sin el que resulta imposible comprender la revolución jomeinista del 79 y todas sus terribles consecuencias.

Si algo se le puede censurar a Kinzer es cierto determinismo: "No resulta forzado trazar una línea desde la Operación áyax... hasta las bolas de fuego que devoraron el World Trade Center de Nueva York"(p. 274). ¿Podía adivinarse en 1953 lo que haría el sha con su trono? ¿Hicieron algo mejor los presidentes que sucedieron a Eisenhower? El único que se atrevió a decirle al monarca megalómano iraní que iba por mal camino fue John F. Kennedy y no le hizo ningún caso.