Vicente Verdú: "La satanización del consumo huele a naftalina"
Vicente Verdú, por Gusi Bejer
Pregunta: Empecemos por el principio, ¿por qué yo y tú, y no tú y yo? Respuesta: Es claro. Todo lo empezamos y conocemos desde el yo y por él hablamos, queremos. P: ¿Qué es el sobjeto? R: Es una criatura nacida de nuestra intensa relación con los objetos, tratados en parte como seres y atributos personales. Pero también se trata de una criatura nacida de la relación con las personas sufridas y gozadas, en parte, como objetos. P: ¿Y personismo? R: El personismo es el producto estrella del capitalismo de ficción, un concepto que expuse en El Estilo del Mundo. Se trata de la pro- ducción aligerada y desinfectada del tremendo mito de la hermandad humana. Frente al grave peso de la colectividad aparece la conectividad, más superficial, efímera, divertida. P: Explica que es la primera revolución cultural del siglo XXI... ¿será la última? R: Claro que no. Para este siglo se anuncia un aparatoso cambio antropológico. P: ¿Y es una revolución para todos los públicos o sólo para menores de edad? R: La mayoría de los mayores de edad, entre cortos de vista y limitados de audición, no están para soportar el jaleo de las revoluciones. P: ¿El libro es un diagnóstico optimista, pesimista o resignado? R: Tiene una voluntad optimista. La resignación es la actitud más triste y el pesimismo, la postura más vulgar. P: ¿También cuando afirma que somos la última generación educada en el culto al libro? R: Constituye una atufante obviedad que la cultura del libro está siendo asolada. ¿Por qué no interesarse por lo que viene continuación? P: ¿Y cuando afirma que la cultura de consumo está a punto de exterminar la cultura ilustrada? R: ¿Que si soy optimista a pesar de esto? Cualquier final es el principio de algo y nunca las cosas son mejor que cuando nacen. P: Asegura que los jóvenes no leen pero que no piensan peor... Algo que niegan especialistas como José Antonio Marina, que consideran que si no leen, están en desventaja y son más manipulables. R: Si no leen están en relativa desventaja. Pero nosotros, los del mundo del libro, estamos en desventaja si descartamos sus medios de conocimiento. En mi opinión, nunca han sido los jóvenes más espabilados, más descreídos, más críticos y menos manipulables. P: ¿No choca esa sociedad volcada en el consumo, con un mundo en el que seis millones de niños mueren de hambre? R: La satanización del consumo huele a naftalina. En una proporción muy decisiva, el crecimiento económico en cualquier lugar del mundo debe atribuirse al auge del consumo. P: ¿Qué papel juega internet en la sociedad del placer? R: Internet ha creado una conciencia de comunidad planetaria impensable hace apenas una década. Pero, a su vez, internet ha prendido en la sociedad gracias a que en ella se hallaban todos los presupuestos para su éxito, desde el gusto por la información instantánea al deseo de disfrutar de conexiones con los demás, cuanto más lejanos mejor. Esto aparte de su formidable oportunidad en la explosión y desarrollo del mercado global. P: ¿Sólo leemos para tener algo de lo que hablar? R: Leemos, como hacemos con tantas otras cosas, para compartir la vida con los demás y ser queridos en ese intercambio. Compartir las experiencias con los demás es un requisito indispensable para aspirar a ser dichosos o para que las desdichas duelan menos. Quien lee para sí mismo se suicida por falta de destino, decía más o menos Vicente Aleixandre. P: ¿Cómo puede sobrevivir la universidad al proceso de “autodevoración”? R: La universidad, tal como se encuentra, es uno de los colosales y sagrados sujetos agónicos de nuestros días. P: Con el panorama que traza, ¿hay plan de estudios o LOE que valga? R: Basta observar el aspecto físico e intelectual de quienes van a legislar y el mundo real de los alumnos para predecir la dimensión de la catástrofe. P: ¿Cómo consigue la sociedad de consumo desterrar a la muerte por incómoda? R: La muerte es lo más arraigado que hay pero la cosmética hace milagros. No en vano “cosmética” procede de cosmos y todos las fuerzas del capitalismo de ficción procuran resultados brillantísimos. P: ¿Qué es eso de feminidad sin mujer? R: La feminidad se ha convertido en paradigma de la sociedad contemporánea y al compás del absoluto descrédito del machismo. P: ¿Y trabajo sin felicidad? R: La compatibilidad entre realización laboral y satisfacción personal constituye uno de los principales asuntos de nuestro tiempo. A la creciente exigencia de calidad en los productos seguirá la exigencia del consumidor sobre la calidad de la democracia, en la justicia, en el empleo, etcétera. P: Cuando escribe que el consumo es el rey de la creación, ¿no se estremece? R: Mientras se siga teniendo en la conciencia la idea de que consumo es igual a pecado y ahorro igual a virtud, no habremos superado la moral burguesa del XIX. P: ¿Qué hay de común entre consumidor y ciudadano? R: El consumidor es su heredero posmoderno. Un tipo más concreto, más escéptico y más urbano. Más activo, imaginativo y universal. P: ¿Cuál es su emoción favorita hoy? R: El amor, como siempre.