Ensayo

Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger

Emmanuel Lévinas

9 febrero, 2006 01:00

Traducción de Manuel Vázquez. Síntesis, 2005. 336 páginas, 18’75 euros

Entre los hombres que afirman hoy con más fuerza su presencia en el complejo y diversificado panorama del pensamiento contemporáneo Lévinas ocupa, al igual, por ejemplo, que Blumenberg o Jean-Luc Nancy, un lugar cada vez más visible.

Se diría que por su condición de gozne entre varias corrientes decisivas, beneficiario y a la vez problematizador implacable de las mismas, Lévinas traduce con intensidad especial el malestar de un tiempo como el nuestro, en el que la nostalgia de alguna forma de sostén metafísico coincide con la conciencia creciente de que ningún "gran" pensador sistemático podrá ya satisfacerla. De ahí su opción por el exilio, por el límite, que muchos han vinculado, no sin cierta lógica profunda, con su condición de judío "entre dos mundos". Y tal vez hundan ahí, en efecto, sus raíces su constante alejamiento de lo canónico, su gusto por los márgenes, por la alteridad, por el delirio del "decir original" o, en fin, su pasión por el reconocimiento, forma superior de la justicia. Aunque también cabría cavar más hondo. En la dirección, por ejemplo, de su paulatina y bien razonada sustitución de la ontología como filosofía primera por la ética, con la consiguiente ruptura con la centralidad concedida al Ser por analítica existencial. En el centro de la preocupación metafísica queda situado ahora el ser humano: "el otro", el "prójimo", anterior al ego. Y la pregunta por el Ser deja paso, coherentemente con su condición de judío de origen lituano, a esta otra: "¿Dónde está tu hermano?"

Los textos recogidos en Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger pertenecen a la "prehistoria" de Lévinas. Asumibles como testimonio valioso de los centros de gravedad de su propio proceso de aprendizaje, pueden ser leídos también como introducciones muy útiles a cierto Husserl y al Heidegger de Ser y tiempo. Las páginas dedicadas a la ruptura de Heidegger con la filosofía intelectualista, en todas sus variantes son particularmente claras y brillantes. Y habrían quedado, sin duda, enriquecidas de haber introducido Lévinas en ellas, como contrapunto a Heidegger, alguna alusión a la más radical de esas rupturas, la protagonizada por Ortega -que la elevó a "tema de nuestro tiempo"- con su conversión de la vida en único trascendental verdadero. Aunque esa es otra historia...

Desde una perspectiva histórico-filosófica, la mayor relevancia de este libro tal vez radique, con todo, en cuanto enseña, que no es poco, sobre los orígenes fenomenológicos del existencialismo francés, siempre muy presente en las páginas de este temprano lector de Bergson, Marcel, Sartre y Meleau-Ponty.

Los textos -algo posteriores- que cierran el libro presentados como "nuevos comentarios" y "escorzos" ponen ya, por último, al lector, como no deja de subrayar Manuel Vázquez en su instructiva introducción, a las puertas del camino que llevaría finalmente a Lévinas "más allá de Husserl y de Heidegger". A la ética, concretamente, no como "una rama de la filosofía", sino como la verdadera filosofía "primera". Operación que no dejará, con todo, de obligar a algunos a preguntarse si es posible una ética sin un fundamento ontológico (previo).