Poesía completa
Salvatore Quasimodo
9 febrero, 2006 01:00Salvatore Quasimodo. Foto: Archivo
A veces basta un poema para dar la medida de quien lo escribe, y puede ser tan breve como el que elige Salvatore Quasimodo para iniciar su trayectoria pública: "Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra/ traspasado por un rayo de sol:/ y de pronto anochece".
Nacido en Modica (Sicilia) en 1901, Quasimodo, Premio Nobel de Literatura en 1959, moría inesperadamente en Nápoles en 1968, conservando inéditos sus dos primeros libros: Besa el umbral de tu casa y Nocturnos del rey silencioso, incluidos ahora en su Poesía Completa, obra por cuya traducción Antonio Colinas acaba de obtener el Premio del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia. La actualidad del libro, de todos modos, no se limita al reconocimiento del excelente trabajo de Colinas, es su contenido, la gran entereza humana que transmite, lo que lo hace hoy fundamental.
El panorama lírico de la Italia de principios del siglo XX, poblado por los crepusculares, inmersos aún en las neblinas refinadas y agónicas del romanticismo, y los futuristas, cuyo manifiesto data de 1909 y que proclamaban la unión de poesía y vida moderna, no tardó en ver el nacimiento de una nueva corriente: el "ermetismo". Quasimodo figuró, con Montale y Ungaretti, entre sus máximos representantes.
Considerados oscuros por su modo de tratar la palabra, a nuestros ojos, en cambio, parece que la envuelven en claridad. Con todo, lo que trasluce la obra de Quasimodo la rebasa pues es entrega y firmeza. Vista ahora en su conjunto se pueden seguir los pasos del poeta hasta ajustarse a su fin que es exponer en un solo bloque lo que ve y piensa. Por ello no hay que limitarse a sus libros fundamentales, junto a Aguas y tierras, Oboe sumergido (1932), Día tras día (1947), La vida no es sueño (1949), La tierra incomparable (1958) o Debe y haber (1966), sino leer los que mantuvo ocultos. En ellos apuntan todos sus temas: el paisaje siciliano y mediterráneo y ese mar cuyas aguas recogen no sólo el reflejo de árboles, aves y estrellas -presencia constante-, sino voces, ya sean de dramaturgos y líricos griegos arcaicos y latinos, o de Cavafis, o de poetas turcos, e incluso ecos más orientales. Y junto a esto la vida de la calle, cuadros de la sociedad de la isla donde la terra trema (mendigos, mujeres de negro, perros llenos de llagas, paja como lecho en las habitaciones), y donde la muerte es un episodio natural. Esa presencia de la muerte seguirá cada vez más como una realidad tan encarnada en el hombre que queda ajena a dramatización, porque, como él, pertenece a la tierra: "yo soy aún el pródigo que escucha/ desde el silencio su nombre,/ cuando llaman los muertos./ Y es la muerte/ un espacio en el corazón". El verdadero drama es la guerra y por ello "la esperanza tiene siempre el corazón en un puño".
¿Cómo pasa todo esto al poema y cómo se decanta? Quasimodo habla de la densidad de la palabra y de su cantidad. ¿Cuántas unidades contiene cada una? La palabra sol, sumada a "y de pronto anochece", porque se trata de una suma que es a la vez resta, da como resultado "infinito". Desde un principio capta esto el poeta y ésta es la ecuación que persigue, consigue y perfecciona hasta el final.