Ensayo

Algo habrá hecho. Odio, miedo y muerte en Euskadi

José María Calleja

2 marzo, 2006 01:00

José María Calleja. Foto: íñigo Ibañez

Espasa Calpe. Madrid, 2006. 352 páginas, 23’90 euros

No puede ser más oportuna la publicación de este libro que proporciona una perspectiva desde la que observar lo que se ha convenido en denominar por algunos el "conflicto vasco", que no es otra cosa que el efecto ponzoñoso que el terrorismo nacionalista y sus cómplices han causado en la sociedad vasca, a la que han envilecido y dividido.

El periodista José María Calleja lleva muchos años luchando contra la imposición nacionalista a través de sus intervenciones en distintos medios de comunicación y en unos cuantos libros de gran impacto. Una obra que es todo un ejemplo de compromiso con la verdad y la libertad. Ahora que se han cumplido más de mil días sin asesinatos de ETA, aunque eso no le haya impedido sostener la tensión del terror con cien atentados que han causado más de 130 heridos y enormes destrozos materiales y morales, y que se plantea la posibilidad de un proceso que culmine en el cese de la actividad terrorista, es conveniente asomarse a las páginas de este volumen para obtener una visión global de lo que ha pasado en los últimos cuarenta años.

Saber las coordenadas históricas en las que surge el terror, el prestigio que le confirió a ETA el enfrentamiento con el régimen franquista, sobre todo desde el juicio de Burgos (1970), los errores de los demócratas antifranquistas al conceptuar benevolentemente los atentados de esa época, eludiendo la manifiesta voluntad totalitaria de la banda, o conocer los apoyos que más adelante, ya en democracia, han contribuido en mantener el prestigio alcanzado en el pasado o le han guardado las espaldas, como la Iglesia vasca, el nacionalismo "moderado" o la ceguera moral de cierta izquierda, entre otros factores, permite hacerse una idea de la causas de la continuidad de esa monstruosidad que es ETA y de su insondable utilidad para muchos intereses en juego.
En este sentido, tanto la Iglesia como el nacionalismo moderado han dado cobertura moral y política a los victimarios para exonerarlos del peso de su actividad criminal a través de un discurso y un lenguaje en el que se "contextualizan" las raíces de un supuesto conflicto secular del que el terrorismo no sería más que una expresión. Esa cobertura, además de prestar el aval de la interpretación histórico-política, también proveyó del contenido ideológico-religioso de una fe nacionalista que hizo inmunes a los asesinos ante las consecuencias morales del sentimiento de culpa por los estragos humanos que han causado. Hasta el punto, que esa religión política que es el nacionalismo vasco, nacido con Arana, cuya aportación en términos de odio y xenofobia permanece intacta, ha impregnado a una parte considerable de la sociedad vasca, de tal forma que explica, junto al factor del miedo, la indiferencia e incomprensión ante el sufrimiento de las víctimas y de los amenazados.

Pero no todo ha sido negativo. Con el tiempo, primero unos pocos valientes y luego de forma masiva, una parte amplia de la ciudadanía se ha enfrentado a la hegemonía del nacionalismo en sus dos vertientes complementarias, la institucional, representada por el PNV y EA desde las instituciones de la Comunidad Autónoma, y la terrorista, representada por la banda criminal y su telaraña asociativa. Para ello, la resistencia vasca articuló un discurso que socavó y desmanteló las bases del falso victimismo nacionalista, mostrando quiénes eran de verdad las víctimas, dando amparo y reconocimiento político a los que verdaderamente sufrían, al tiempo, que, gracias a las organizaciones cívicas de todos conocidas, se ocupó el espacio público desafiando a los totalitarios. Con esa movilización democrática, la acción del Estado de derecho, a través del aparato judicial y de las fuerzas de seguridad, alcanzó plena legitimidad social y los partidos políticos constitucionales tradujeron ese impulso de la resistencia ciudadana en leyes y acuerdos que han terminado por acorralar a los terroristas. Todo a costa de un excepcional esfuerzo y un coste en forma de sangre, exilio, amenazas...

Esto y mucho más lo describe pormenorizadamente José María Calleja en este magnífico libro que invita a una reflexión serena en torno a cómo afrontar la liquidación del terrorismo y sus pretensiones, junto a la de aquellos que se benefician de su actividad criminal.