Yo acuso. Defensa de la emancipación de las mujeres musulmanas
Ayaan Hirsi Ali
23 marzo, 2006 01:00Foto: Archivo
En los últimos años, la defensa de los derechos de la mujer en el ámbito musulmán, por parte de activistas que surgen desde el seno mismo del Islam en los países democráticos, ha suscitado reacciones de gran magnitud. La parlamentaria holandesa Ayaan Hirsi Ali, de origen somalí, con su libro-denuncia Yo acuso se une a la insurrección de la franco-argelina Fadela Amara, autora del provocador manifiesto Ni putas ni sumisas (Cátedra).
Tanto Manji como la diputada holandesa creen que es su obligación alzar la voz ante las humillaciones a las que son sometidas las mujeres en nombre del Islam. éste es uno de los puntos de partida de esta recopilación de discursos y artículos de Ayaan Ali, que aboga por la apertura de los musulmanes a "fuentes de conocimiento, moral e imaginación más allá del Corán y de las tradiciones del Profeta". Nos encontramos, por tanto, ante un juicio al islamismo más retrógrado, por parte de una mujer que ha sido amenazada de muerte en Holanda por haber realizado el filme Submission Part I, junto con Theo van Gogh, quien fue asesinado por un fundamentalista musulmán. El guión, denunciando los castigos corporales a las mujeres, en nombre de ciertas interpretaciones del Corán, es uno de los textos que integran Yo acuso. Es, sin duda, uno de los documentos más interesantes de los reunidos aquí (algunos de ellos tan didácticos como: "Diez consejos para musulmanas que quieren huir"). El dramático asesinato de un realizador de cine holandés, y la fatwa que todavía pende sobre la cabeza de esta parlamentaria somalí, amplifica la significación del guión de Submission, que nos habla de Amina, Aisha, Zafia, Zainab y Fátima, mujeres-víctimas en un país ficticio, llamado Islamistán.
Leemos cómo a estas mujeres que sufren abusos, violaciones dentro del matrimonio, incestos silenciados en el ámbito familiar y castigos corporales, se les recita un pasaje del Corán para justificar el acto criminal. Dramáticos recitados desde la humillación y el sometimiento, que escuchamos en las voces de estos personajes cuyo destino es la tragedia: "Oh Alá altísimo, tú dices que los hombres son los protectores y custodios de las mujeres porque a unos les diste más fuerza que a las otras. Y yo siento, al menos una vez por semana, la fuerza de mi esposo caer sobre mi rostro". Juicio, pues, sumarísimo contra las normas culturales y religiosas que, según Hirsi Ali, impiden la adaptación al mundo contemporáneo de las sociedades islámicas, mientras todos callan (silencio también por parte de los "relativistas culturales" occidentales, que esgrimen un hipócrita multiculturalismo, acusa Ali) ante las tropelías cometidas contra los derechos humanos de las mujeres.
La pertinencia de las pruebas que se nos presentan, muchas de ellas basadas en la experiencia personal de la autora, el cuestionamiento de las prácticas de la violencia doméstica y la mutilación genital, y la llamada a los valores democráticos de las sociedades avanzadas , constituyen un documento que invita a abrir los ojos para que nadie trate de hacer comprensible lo incomprensible. El texto de Ayaan como lúcido diagnóstico de un estado de cosas sigue la tradición democrática del libelo crítico. Terminología clara y directa, datos contundentes, toda la carne en el asador y reflexiones desde una mentalidad capaz de razonar y juzgar con valentía.
Para terminar, propone Ayaan en una carta a Theo Van Gogh la libertad sobre todas las cosas y civilización frente a barbarie, modernidad frente a premodernidad, ciudadanía frente a tribus, ilustración frente a superstición, pensamiento crítico frente a absolutismo, equidad frente a dominación y progreso frente a estancamiento.