Ensayo

La lucha contra el terrorismo y sus límites

Baltasar Garzón

30 marzo, 2006 02:00

Baltasar Garzón. Foto: AFP

Adhara. Granada, 2006. 416 páginas, 22 euros

El anuncio del alto el fuego permanente de ETA acrecienta el interés de este volumen, en el que el juez Garzón ha logrado reunir un importante número de colaboraciones sobre el fenómeno terrorista y lo ha hecho de una forma muy asequible, ya que la mayoría tienen la forma de entrevista.

Lo que va en detrimento de una exposición más sistemática, se gana en fluidez y diversidad de puntos de vista, que repercute en una mayor riqueza y accesibilidad para el lector.

Se encuentran las intervenciones de destacados políticos como Rodríguez Zapatero, Rajoy, Moratinos, Michavila y Mayor Oreja, quien, a mi juicio, presenta la más interesante de este turno de intervenciones por su profundidad y rigor. Dentro de los juristas, se encuentran por parte española, además del propio Garzón, que anota y comenta cada exposición, Conde-Pumpido, actual Fiscal General del Estado, para quien el terrorismo es una forma de delincuencia, no de guerra; el fiscal de la Audiencia Nacional, Molina Benito, y el catedrático de Derecho Penal, Gómez-Benítez. La aportación del Fiscal General argentino, Hugo Omar Cañón, se centra en el terror ejercido por el Estado. Los cuerpos policiales aparecen representados por un ejemplar profesional, el ex Comisario General de Información, Jesús de la Morena.

Entre los autores académicos sobresalen Fernando Reinares, que delimita con precisión lo que es el nuevo terrorismo global, y Rogelio Alonso, autor al que hay que seguir pues sus investigaciones en Belfast le han proporcionado claves para leer con autoridad los derroteros por los que transcurrirá el denominado "proceso de paz" en el que actualmente estamos inmersos desde que ETA ha anunciado el "alto el fuego permanente", un proceso que parece seguir el guión marcado por el Sin Fein-IRA con Gerry Adams a la cabeza. Otros prestigiosos profesores son el veterano David Rapoport, que sitúa la última etapa de terror islamista que asola el mundo como un repunte de la cuarta ola de terrorismo contemporáneo, la religiosa, que estaba a punto de desmoronarse; el sociólogo José Oliva Gil, quien muestra una radiografía sicológica de los fanáticos; el especialista en terrorismo Matthew Levitt, que admite que uno de los caminos es buscar conexiones entre el terrorismo yihadista y las organizaciones seculares de izquierdas, Ami Pedahzur, estudiosos del perfil de los terroristas suicidas, Waleed Saleh Alkhalifa, quien considera que el centro neurálgico del descontento musulmán es el conflicto árabe-israelí, asunto sobre el que tienen mucho que decir tanto el antiguo ministro de Rabin Raen Cohen, miembro de la izquierda pacifista, como Nabil Marouf, ex embajador de la Autoridad Palestina en España.

Entre los periodistas entrevistados están Luis del Olmo, José María Calleja, con su demoledor sentido del humor, y Gervasio Sánchez, quien aborda el asunto del "otro terrorismo", el generado por los abusos de los poderosos: países, empresas y altos responsables políticos. Tampoco se olvida la perspectiva artística, con aproximaciones a las obras de los cineastas Iñaki Arteta y Mercè Calcà. Por último, pero no lo de menor rango, está la energía y el coraje representados por tres resistentes vascas muy relevantes: Maite Pagazaurtundua, Rosa Díez y Gotzone Mora.

Las principales virtudes del libro son la multiplicidad de puntos de vista, la riqueza de la temática y de los enfoques, siempre regido por el eje del combate contra el terrorismo y sus límites, es decir, la búsqueda del mayor conocimiento sobre los distintos tipos de terrorismo y la forma de combatirlos, algo que, conviene subrayarlo, debe estar determinado por el Derecho. Hasta el punto de que, en sus reflexiones finales, el juez Baltasar Garzón considera que el Derecho proporciona un instrumento idóneo para la solución de conflictos como los que plantea el uso del terror, porque le asigna un marco de seguridad jurídica que contrasta con la perversa concepción de la "guerra contra el terrorismo" que para él sólo tiene efectos contraproducentes al legitimar la acción de los agentes del terror y fomentar la militancia fanática.