Ensayo

¿Dónde está Dios?

Enrique Miret Magdalena

6 abril, 2006 02:00

Enrique Miret Magdalena. Foto: Javi Martínez

Espasa. Madrid, 2006. 299 páginas, 18’90 euros

Dios sigue dando que hablar, aunque de lo que se habla más es de su desaparición de la vida común. El libro de Miret Magdalena es una muestra de ello. No es un libro profundo -aunque lo sea el autor-, ni un análisis sistemático de La religión en el siglo XXI (que es el subtítulo que lleva).

En realidad, se trata de un ensayo fácilmente legible, donde el autor opina a vuelapluma sobre el budismo, el hinduismo, las religiones africanas, el judaísmo, el yoga, el protestantismo, la brujería, lo divino y lo humano, multitud de autores de los que sólo apunta el nombre y un trazo rápido sobre su persona, citas a tutiplén... Una muestra de una curiosidad y de un afán integrador insaciables.

Quizás habla demasiado de sí mismo. Pero el lector no debería detenerse en eso (a mi juicio) porque forma parte de la propia fuerza de la personalidad miretiana, de su afán de encarnar un cristianismo progresista y de los años que lleva batallando por ello. Al principio del libro, al mencionar a Benedicto XVI y preguntarse por qué ha elegido ese nombre Ratzinger, transcribe una cita de Benedicto XV que viene a constituir, de hecho, el mensaje más claro de todo el volumen: que nadie se dedique a pontificar (se supone que salvo Benedicto XV, o sea, el pontífice) y que cada cual pueda decir libremente cuál es su opinión, en materia de fe. Benedicto XV dijo además -transcribe Miret-: "Húyase de toda intemperancia de lenguaje". Miret cumple con ello, por más que se le vaya la pluma cuando trata del catolicismo conservador y de otros parecidos. A Benedicto XVI lo llama "el famoso nuevo Gran Inquisidor". A cambio, se abre a las más diversas corrientes y a las religiones más alejadas del cristianismo.

No propone síntesis alguna. Más bien se deduce que a su juicio (y al mío), la religión no se resuelve con fórmulas teológicas y que no hay que perder de vista que, cuando se habla de Dios, se habla de una realidad que, por definición, nos desborda. Sobre esa base, Miret defiende una postura contraria a los dogmas y acumula muestras de que Dios goza de muy buena salud, a juzgar por la cantidad de personas que hablan de él, y con él. Valdría la pena que nuestro teólogo avanzara, en su reflexión, de manera que diera cuenta de esa paradoja. Quizá podría empezar por preguntarse esto:1. Si la crisis del cristianismo no es un fenómeno occidental, a juzgar por las noticias que llegan de Asia y de áfrica, donde se están dando movimientos de conversión al catolicismo, a veces multitudinaria; 2. Cómo se explica que eso suceda cuando -como muestra Miret- en Occidente ganan terreno los cultos orientales; 3. Cómo se entiende que, además, la crisis del cristianismo occidental coincida con un "revival" religioso caracterizado por la búsqueda de una religión personal; 4. Si la crisis de las instituciones religiosas no es la misma que la de todas las demás instituciones (la que se percibe en el fracaso de los partidos para ganar adeptos que les permitan autofinanciarse, de la misma forma que tampoco la Iglesia logra autofinanciarse). En la Iglesia católica, habría que preguntarse (5) si es que la propia Iglesia se percibe de manera distinta en Asia o áfrica que en Europa o América y, si es así, por qué. Al cabo, se trataría de que Miret escribiera un segundo tomo.