Ensayo

Y vendrán. Las migraciones en tiempos hostiles

Sami Nair

6 abril, 2006 02:00

Foto: Rubén Fontes

Traducción de M. Cordón y M.Embarek. Ediciones del bronce. Barcelona, 2006. 260 páginas, 19 euros

La bibliografía sobre la inmigración se ha multiplicado en los últimos tiempos, pero vale la pena destacar Qué hacemos con los inmigrantes (Espasa, 2006), en el cual José María Calleja analiza cómo afecta el aluvión de emigrantes hispanoamericanos y africanos a la vida cotidiana de los españoles en materias de sanidad, educación, economía, trabajo... También se detiene en el apartado de sus derechos y obligaciones, sus límites legales, sus expectativas y cómo son y deben ser acogidos.

Enseguida se unieron los ingleses con la creación de la Real Compañía Africana, que se mantuvo operativa desde 1672 hasta 1752. Las plantaciones de azúcar, tabaco o arroz se nutrían de trabajo esclavo. El siglo XIX fue la gran época del traslado masivo de población de Europa al Nuevo Mundo. Entre 1846 y 1932 abandonaron Europa alrededor de 52 millones de personas para pasar al otro lado del Atlántico. De la emigración centroeuropea de comienzos del siglo XX da testigo el texto de W. I. Thomas y F. Znaniecki El campesino polaco en Europa y América. Un clásico irrepetible todavía vigente.

Catedrático de Ciencias Políticas en París, Sami Naïr se educó en Francia -hijo de padre argelino- y tuvo un gran éxito de lectores con La inmigración explicada a mi hija. Vuelve ahora a reflexionar sobre las migraciones con una obra destinada a luchar contra lo que él considera más necesario en estos momentos, "el racismo y la xenofobia que sufren los inmigrantes y los extranjeros". La trama de su narración se articula a través de un recorrido por los principales países receptores de inmigrantes y por sus espacios de trabajo. Como es de suponer, inicia su análisis por los Estados Unidos. Su configuración política, económica y racial es en gran medida consecuencia de las distintas oleadas de inmigrantes. La última de dichas oleadas, la procedente de México, es el centro de su análisis. Alemania Occidental, país que acogió a 12 millones de personas tras la II Guerra Mundial, es el siguiente estado estudiado por Sami Naïr. Como en el caso norteamericano, lo que contempla el autor es racismo y escasez de recursos aportados por la administración.

Francia utiliza la inmigración como chivo expiatorio. Naïr afirma que incluso los problemas de la creciente inseguridad, derivados en su opinión de las decisiones tomadas por la política económica liberal de los gobiernos franceses, se achacan injustamente a los inmigrantes. Gran Bretaña, los países de la Europa meridional y España son igualmente vistos al trasluz de su inmigración. De la política inmigratoria española escribe: "Se trata, sin duda, del proceso más democrático y progresista (la cursiva es suya) experimentado en Europa en los últimos años".

Tras una referencia a los campos para extranjeros y refugiados situados en Malta, Lampedusa, Marruecos, España y Libia, Naïr traza las líneas de actuación más adecuadas para resolver, o al menos paliar, los problemas derivados de los flujos migratorios. En primer lugar señala que ahora mismo no existe un modelo europeo de recepción de inmigrantes. Por otro lado, los flujos migratorios tienen tales características que no se pueden ni impedir ni ordenar. A esto se añade que la inmigración, sobre todo la ilegal, supone una mano de obra barata y necesaria para el desarrollo europeo. A partir de ahí el esfuerzo de los distintos estados debería ir orientado a organizar los movimientos de una inmigración que debería ser entendida como un contrato por ambas partes.

Hasta comienzos del siglo XIX apenas existían registros estadísticos de las migraciones internacionales. Sí se sabe que entre 1619 y 1776 fueron trasladados a América 10 millones de esclavos procedentes de áfrica. El comercio lo iniciaron portugueses y holandeses.

En las páginas de este volumen, Sami Naïr visualiza el futuro en forma de sociedad mestiza capaz de establecer lazos de cooperación y solidaridad cotidiana. Lo que no queda claro es cómo se puede conseguir esa convivencia cuando reconoce que en España -ejemplo de tolerancia- existen imanes dedicados a "difundir una concepción fanática del islam" y a impedir una integración cultural de sus fieles en el entorno español. Sami Naïr antepone a cada uno de sus once capítulos un párrafo del libro de Simone Weil Echar raíces, quizá con intención tendenciosa.