Ensayo

Historia del matrimonio

Stephanie Coontz

13 julio, 2006 02:00

Fragmento de "Matrimonio a la moda", de Hogarth

Traducción de Aleira Bixio. Gedisa. Barcelona, 2006. 546 págs, 24’50 euros

Durante miles de años una poderosa razón para casarse fue la de crear una familia y con ello mejorar las condiciones de vida. El matrimonio suponía un trabajo en equipo, un grupo de gente en el que los unos ayudaban a los otros. Implicaba una división del trabajo que asignaba a cada miembro de la pareja un tipo distinto de tareas. El matrimonio también era útil para crear y mantener relaciones de cooperación entre familias y comunidades. Durante cientos de años la unión conyugal se organizó sobre la supremacía masculina. Se daba por supuesto que la subordinación de la mujer al varón debía perpetuarse. Hoy ha desaparecido -en algunos países- la base legal y económica que sustentaba la autoridad del marido sobre la esposa. Todavía es verdad que cuando una mujer se casa se encarga de más tareas domésticas de las que llevaba a cabo antes de casarse, y sigue siendo cierto que los varones trabajan menos en labores domésticas.

Sin embargo, el matrimonio ha cambiado a lo largo del tiempo. La historia de ese cambio es lo que nos narra Stephanie Coontz con amena maestría en este volumen. Historiadora, socióloga y profesora universitaria, Coontz sostiene como tesis central de este volumen que en el matrimonio fue predominante la idea del interés compartido por los cónyuges, y sus deudos, hasta que en siglo XVIII se empezó a pensar en Europa y en América que el enamoramiento debía ser la razón principal para casarse. Concebir el amor como motivo para contraer matrimonio fue, como escribe Coontz en estas páginas, una novedad radical que concedió a los jóvenes una libertad de elección que ya no se basaba en intereses económicos o políticos. La importancia que se dio a los sentimientos en el siglo XIX y la sexualización que tuvo lugar en el siglo XX fueron pasos lógicos en la nueva manera de entender el matrimonio. Las dos décadas comprendidas entre 1950 y 1970 constituyen para Coontz el punto álgido de esta manera de entender el matrimonio. A partir de entonces un cúmulo de circunstancias producen un cambio radical cuyas consecuencias están hoy a la vista de todos.

A comienzos de los años cincuenta hombres y mujeres de todo el mundo estaban deseando casarse. En 1959 en Estados Unidos casi la mitad de las mujeres de diecinueve años estaban casadas, y entre las de veinticuatro el setenta por ciento ya no eran solteras. Chicos y chicas se casaban más jóvenes y en Norteamérica el índice de divorcios no llegaba a la mitad de los registrados en los años cuarenta. Como escribe Coontz, "el matrimonio era sencillamente el primer y último propósito de la vida". En estos años el modelo conyugal a seguir estaba compuesto por el "marido proveedor" y la "esposa ama de casa". Todo parecía perfecto pero, como relata Coontz, este modelo no se sostenía, las mujeres acumulaban demasiada presión. El índice de divorcios aumentó más del cien por cien entre 1966 y 1979. Al desinstitucionalizarse en gran medida el matrimonio se producen los cambios que hoy son bien conocidos y que pese a todo son entendidos por la autora sin excesiva preocupación.