Ensayo

Esferas III: Espumas

Peter Sloterdijk

7 septiembre, 2006 02:00

Traducción de Isidoro Reguera. Siruela. Madrid, 2006. 720 páginas, 45 euros

Llega al lector castellano, cuidadosamente editado y traducido, el último volumen de la trilogía Esferas, la magna obra con la que el versátil Peter Sloterdijk ha sabido reinventar su perfil de enfant terrible de la filosofía actual y presentarse como un pensador de fuste, capaz de supeditar su ingeniosa retórica a un ambicioso proyecto de reinterpretación del mundo contemporáneo. En efecto: abonado a la polémica desde su temprana Crítica de la razón cínica hasta su más reciente Reglas para el Parque Humano, el filósofo de Karlsruhe modera aquí su gusto por la provocación y su facilidad para los fuegos de artificio especulativos y aplica algunas de sus brillantes ideas de textos anteriores a la elaboración de una morfología de la espacialidad humana, donde la noción de esfera alcanza el rango de categoría antropológica fundamental.

La pregunta que ya antes que Heidegger formularan los teólogos gnósticos para ilustrar el desajuste esencial en que el hombre se siente inmerso, la de dónde estamos cuando estamos en el mundo, es respondida así por Sloterdijk: estamos siempre en esferas, en espacios de inmunidad creados para cobijarnos frente a una exterioridad amenazante; salimos de la burbuja protectora del claustro materno y, desde entonces, nuestra historia no ha consistido sino en el intento reiterado de reconquistar aquella intimidad perdida, hasta acabar reconociendo que el retorno a esa simbiosis primera es imposible.

Con un punto de partida que tiene mucho en común con la metáfora de las salidas de la caverna de Blumenberg y su revisión del análisis existenciario heideggeriano, Sloterdijk detalla los tres momentos de este itinerario en los respectivos volúmenes de Esferas. Burbujas constituye una protohistoria de la subjetividad donde se subraya la idea de que la esfera interior de la intimidad es originariamente dual, relacional (feto-placenta), y que, por tanto, el individuo resulta un producto derivado del desgajamiento de esa pareja previa. Globos relata cómo el pensamiento filosófico clásico fomentó la creencia en un hipersistema de inmunidad que a la postre se revelaría inconsistente. La modernidad supuso ya una constatación de esta falta de albergue metafísico, pero las promesas de macroesferas como las del libre mercado y los Estados-nación, "úteros fantásticos para masas infantilizadas", mantuvieron la ambigöedad que aún arrastra en nuestros días el ideario de la globalización.

Espumas, en fin, asume el fracaso de la monoesfera metafísica, de su visión de la realidad como totalidad bien compacta, centrada por el ojo de Dios, y propone como modelo alternativo para pensar una vida que se desarrolla multifocalmente la imagen de la espuma, subversora de la sustancialidad de las cosas en una estructura llena de huecos y tensiones. Imposible resumir aquí los múltiples hallazgos del bello texto de Sloterdijk, bien sea al detallar la historia de la arquitectura moderna en su paso desde la máquina-para-habitar hasta las egoesferas, o la posmoderna Foam City -una de las partes más logradas del libro-, bien al describir las paradojas de la democratización del lujo o de la integración de la sexualidad en la cultura de la diversión.

Evidentemente, no es nada fácil describir este panorama en el que se disuelven las modalidades "agro-imperiales" de vida y pensamiento, así como sus éticas holistas, y surgen formaciones inéditas. El irónico diálogo final entre un macrohistoriador, un teólogo y un crítico literario es un explícito reconocimiento de cuánto sigue debiendo esta nueva narración de la historia de la humanidad a los viejos relatos de ritmos triádicos y verdades escondidas tras los sueños, de Hegel al psicoanálisis. Y aunque Sloterdijk propone aceptar con ánimo risueño la buena nueva de que la esfera ha implosionado y las espumas viven en fecunda pluralidad, su propio recorrido por las formas residuales del pasado -por las diferentes islas en que se autoencierran los grupos humanos en busca de una seguridad ya imposible- evidencia que su prosa filosófica sigue siendo más efectiva cuando registra estas resistencias que cuando profetiza una feliz posthumanidad.

Quizá uno de los aspectos menos conocidos de Peter Sloterdijk (1947), considerado uno de los pensadores europeos más fecundos e innovadores, es cómo abandonó la rigidez intelectual de la Escuela de Fráncfort tras un viaje a la India a finales de los años 70 para estudiar con un famoso gurú, Rajneesh (luego llamado Osho). El propio Sloterdijk comentó en Experimentos con uno mismo que le alejó de la vieja melancolía europea y del masoquismo alemán de la Teoría Crítica.