Ensayo

Antropología del cerebro

Roger Bartra

30 noviembre, 2006 01:00

Montaje de Carlets

Pre-Textos. Valencia, 2006. 240 páginas, 15 euros

Durante el proceso evolutivo el cerebro ha aumentado su complejidad a cotas tan sorprendentes como para alcanzar un alto grado de conciencia y el lenguaje y con ello el proceso de la abstracción y el conocimiento. La Neurociencia Cognitiva en particular y desde luego la Neuropatología se acercan a conocer el funcionamiento de estos procesos. Gracias a nuevas tecnologías de imagen y de registro de la actividad de una sola neurona empezamos a conocer qué áreas del cerebro y cómo en el tiempo se suceden los eventos neuronales que dan lugar a las funciones superiores y en ellas la propia conciencia. Hoy poseemos hipótesis, obtenidas con la aplicación rigurosa del método científico, acerca de los sistemas distribuidos de la corteza y las interacciones funcionales tálamo-corteza que son su substrato cerebral. El resumen de todo ello es que los procesos mentales y la propia conciencia son actividad del cerebro, y sólo del cerebro, utilizando códigos funcionales de tiempo que hoy todavía escapan al análisis detallado, tanto neurobiológico, como computacional o matemático.

El libro que nos ocupa oferta unas reflexiones acerca de la conciencia. Reflexiones que el autor declara ser producto de su experiencia como sociólogo sumergido en el estudio de la conciencia social, sus estudios sobre la historia y las funciones de los mitos, sus hábitos de introspección sobre sus gustos literarios y musicales y sus lecturas sobre la investigación de los neurocientíficos. Nos presenta así, en su libro, "un ensayo tentativo y exploratorio, sin duda riesgoso e imprudente" con el que "acaso contribuya a resolver el enigma de la conciencia". Este libro es, desde luego, un brillante ejercicio intelectual, pero se encuentra lejos de "contribuir a resolver el enigma".

Con sus reflexiones, el autor elabora la hipótesis de que "los neurobiólogos están buscando desesperadamente en la estructura funcional del cerebro humano algo, la conciencia, que podría encontrarse en otra parte" llegando a decir con ello que "la conciencia no solo radica en el cerebro, sino además (y acaso principalmente) en el sufrimiento de una disfunción" y con ello alcanzar la idea de "una prótesis extrasomática" que define como "una red cultural y social de mecanismos extrasomáticos estrechamente vinculada al cerebro" y que el autor llama "exocerebro". Y con ello apostilla: "Yo quiero recuperar la imagen del exocerebro para aludir a los circuitos extrasomáticos de carácter simbólico. Se ha hablado de los diferentes sistemas cerebrales: el sistema reptílico, el sistema limbico y el neocortex. Creo que podemos agregar un cuarto nivel: el exocerebro". Cualquier neurocientífico tendría enormes dificultades en aceptar esta hipótesis. Desgraciadamente el concepto de exocerebro es una pura elucubración etérea que no se sostiene desde una perspectiva neurocientífica. Por supuesto que, por ejemplo, no hay ningún lugar del cerebro dedicado a elaborar la ética. Pero tampoco "la ética" existe fuera del cerebro, sino en el cerebro y sólo en el cerebro. El misterio de esta aparente contradicción se resuelve sabiendo, como sabemos hoy, que los juicios o sentimientos morales y su abstracción intelectual en ese concepto que llamamos ética, se producen por códigos escritos en patrones de tiempo que reclutan circuitos neuronales distribuidos a lo largo y ancho del cerebro. Pero ello no requiere hablar de exocerebro o de que "la conciencia normal está emplazada en redes que conectan los circuitos neuronales con los circuitos exocerebrales".

Sin duda que la convergencia de Ciencia y Humanidades, como es el caso de este libro, son hoy muy bien recibidas tanto por los científicos como por muchos filósofos. Sin embargo en esta convergencia y con respecto al cerebro, el pensamiento teórico va por detrás de los datos sólidos que aporta la Neurociencia. éste no es enteramente el caso del libro que nos ocupa.

El alma está en el cerebro

Casi como una antítesis de lo sostenido por Bartra, Eduardo Punset acaba de publicar El alma está en el cerebro (Aguilar), en el que trata del pensamiento consciente y las decisiones inconscientes, ofrece una nueva percepción del cerebro, se adentra en la educación sentimental y la inteligencia creativa, se enfrenta a la "gran amenaza: la depresión" y se plantea "qué nos hace felices" desde un punto de vista científico y poco (nada) especulativo.