Ensayo

¡Fuera el invasor! Nacionalismos y movilización bélica en la guerra civil

Xose M. Núñez Seixas

25 enero, 2007 01:00

El Museo Reina Sofía acoge hasta el 30 de abril la exposición "Revistas y guerra. 1936-1939", que reúne cuatrocientas revistas, folletos y carteles, distribuidos en dos salas. Ésta es una muestra de las publicaciones

Marcial Pons, 2006. 480 páginas, 32 euros

Quisiera por un momento ponerme en la posición del lector no especialista, interesado en la guerra civil, y hacerme eco de su perplejidad ante la sostenida avalancha de publicaciones en torno a ella: ¿cabe todavía, a estas alturas, algo sustan-cialmente nuevo, un enfoque renovador? Digámoslo sin ambigöedades: por supuesto que sí, sin duda alguna. Así lo demostraron recientemente Ismael Saz (España contra España. Los nacionalismos franquistas) y Rafael Cruz (En el nombre del pueblo. República, rebelión y guerra en la España de 1936), y cito tan sólo esas dos obras, entre otras varias que rayan a gran nivel, por sus concomitancias con el libro que ahora nos ocupa. También en este caso, como en los dos volúmenes citados, la preocupación esencial es un análisis ideológico (conceptos, teorías, propaganda), que se complementa con la exploración de sus consecuencias en la realidad social (adoctrinamiento y movilización de masas) y desemboca, como no podía ser de otra manera, en el examen detenido de los mecanismos de captación nacionalista. En este sentido, el subtítulo "Nacionalismos y movilización bélica durante la guerra civil española" es mucho más expresivo que la ambigua proclama de "¡Fuera el invasor!" que campea en la portada.

Y, sin embargo, a lo largo de la lectura se comprende que dicha exclamación tiene toda su razón de ser como aglutinante y sustrato, y ello además en una triple dimensión, correspondiente a las tres grandes partes que constituyen el rompecabezas que se trata de componer como un cuadro dotado de sentido pese a tantas paradojas o inconsecuencias doctrinales y prácticas de los bandos en liza. En primer lugar, "¡Fuera el in-vasor!" significaba para los fieles a la República que el pueblo español debía expulsar aquella barbarie fascista ajena a nuestras esencias (de ahí tantos extranjeros -alemanes, italianos, "moros"- en las fuerzas rebeldes). Por eso se habla de otra guerra de la independencia, una "nueva Numancia miliciana"… Incluso el PCE aludía a la nación inmortal y rescataba los mitos tradicionales (dándoles un significado "popular") y los propios anarquistas se apuntaban a la retórica de la patria invadida como discurso movilizador.

Pero "¡Fuera el invasor!" significaba, por otro lado, en el ámbito franquista, que se luchaba para que Rusia alejara sus garras de nuestro país. España, concebida como la nación católica por antonomasia, emprendía así una batalla desigual y heroica contra las "fuerzas externas" (entre ellas, el comunismo y la masonería): no por casualidad, se repetía aquí también, hay tantos extranjeros -empezando por las llamadas brigadas internacionales- en las filas republicanas. En suma, los que estaban enfrente de la gloriosa cruzada de liberación, ya por maldad intrínseca, ya por error, no eran españoles sino la anti-España. Haciendo caso omiso a sus propias contradicciones cada bando se veía o, mejor dicho, pretendía legitimarse en arengas e imágenes como la nación auténtica frente al enemigo que venía de fuera.

Y todavía era posible distinguir un tercer sector, los nacionalistas periféricos radicales, que se dejaban ganar por la tentación de aprovechar el conflicto para lograr la independencia de una España -daba igual si franquista o republicana- caracterizada como cerril, brutal y opresora de sus respectivos ámbitos territoriales. "¡Fuera el invasor!" significaba en esta ocasión repeler la agresión de cualquiera de las Españas en nombre de la "nación auténtica" (Euzkadi, Catalunya o Galiza).

Siendo todo ello importante, no se queda el autor en el nivel propagandístico sino que investiga hasta qué punto esos reclamos tuvieron efecto. Se trata por tanto de precisar cuál fue la impregnación social de esos discursos nacionalistas. Aunque las conclusiones son muy matizadas, puede decirse que en líneas generales esos mensajes llegaron a calar en los sectores a los que iban destinados, contribuyendo de este modo a forjar una identidad nacional con los propios y unas imágenes de los otros como extranjeros cuya importancia trasciende a la mera etapa bélica.