Ensayo

Todos los hombres del Führer

Ferrán Gallego

22 febrero, 2007 01:00

Debate. Madrid, 2007. 640 páginas, 22'90 euros

El excepcional trabajo de Ferrán Gallego apabulla por la extensión y actualidad de la bibliografía empleada, en particular la de lengua alemana, y sobresale por la extraordinaria habilidad para emplear los retratos de los miembros de la élite hitleriana como un instrumento para diseccionar en profundidad los componentes del fenómeno político nazi. En palabras del autor: "Se trata de comprender un movimiento de época a través de la experiencia personal que enlaza con el espacio público", es decir, la de aquéllos "que permiten explicar los cauces a través de los cuales diversos segmentos de la sociedad alemana se insertaron en un compromiso activo con el régimen".

Como ocurre con Hitler, los personajes que descifra el autor sólo pudieron ocupar el primer plano de la política alemana y europea como consecuencia de la hecatombe de la Gran Guerra, unos como antiguos combatientes frustrados por el resultado de la contienda y lo que consideraron posteriores humillaciones, tanto externas como internas, y los otros influidos por la conciencia que aquéllos transmitían en medio de la vorágine de la República de Weimar. El espacio de la reseña sólo permite detenerse en alguno de los casos para proporcionar una visión impresionista de los retratados.

Ernst Rühm consiguió la adhesión y el control de las fuerzas paramilitares de las SS. Hermann Güering, antiguo piloto de combate, creador de la Gestapo y de la Luftwaffe, que llegaría a ser el número dos del régimen, representa al sector conservador vinculado a los grandes intereses económicos y a la aristocracia, y encarna el control de la economía desde la política. Alfred Rosenberg es el gran teórico del nacionalsocialismo, hizo de los factores raciales la auténtica razón de ser del proyecto utópico nazi y fue quien concibió el principio del Lebensraum. Goebbels, un místico y un nacionalista nihilista que busca la experiencia de la totalidad, es sobre todo el propagandista creador del mito de Hitler. Himmler, el gran administrador del Terror de Estado, es el tecnócrata utilitario y pulcro que acostumbró a la sociedad a la violencia de masas, un personaje del que se vale Gallego para introducirse en los entresijos de la política racial del régimen y desvelar el universo concentracionario, la formación y potenciación de las SS y la andadura hasta la solución final, producto de las exigencias de las tres necesidades del Reich, la germanización, el aumento de la producción y las tareas de exterminio. Albert Speer representa al pragmatismo cínico, el supremo tecnócrata ostentoso e intimidante del que se sirve el autor para estudiar la arquitectura y su significado dentro del III Reich y el sentido de culpa de los alemanes, que él encarna como ninguno de los personajes de este libro.

Cuando el lector concluya el libro, alcanzará a entender la complejidad del nazismo en cuanto a la composición, comprobando la pluralidad del movimiento y el mecanismo de funcionamiento interno, ese caos organizado en que los distintos capos compiten por las áreas de poder, competencia que Hitler administra astutamente desde su particular concepción darwinista. Así lo sintetiza Gallego: "Se ha querido explicar el nazismo en su pluralidad, [...] que contrasta con su [...] apariencia de movimiento y régimen monolítico", aunque "esa pluralidad fue mantenida sobre un factor más importante que ella: el reconocimiento de un proyecto común, de una utopía compartida, de una ideología que se consideraba propia de todos".

El nacionalsocialismo es un producto de la modernidad en grado sumo que logró asentar un poder absoluto de una magnitud desconocida en la historia, canalizando el caudal de energías capaz de transformar el mapa político de Europa durante sus tres años de apogeo y dos de agonía, sin descontar los cambios demográficos, ya sea en términos de destrucción humana por enfermedad, ya sea por deportaciones y exterminios. Como ha señalado Tony Judt, la Europa que surgió de 1945, que nada tenía que ver con la de las décadas anteriores, tuvo dos grandes progenitores, Hitler y Stalin.