La ciencia de la belleza
Ulrich Renz
26 abril, 2007 02:00Ya en la introducción, el autor lanza dos advertencias. La primera clarifica que el suyo no es un libro sobre la belleza interior. éstas son páginas preocupadas por nuestro aspecto físico. La segunda advertencia de Renz radica en señalar que la belleza es una de las grandes injusticias de la naturaleza. La belleza contradice uno de los principios sobre los que se ha construido el mundo desde la Ilustración: el supuesto de que todos debemos tener las mismas oportunidades al nacer. Quien nace bello tendrá una ventaja que le acompañará toda su vida.
Con el lector ya advertido -"la belleza es un escándalo"-, Renz se adentra en una revisión histórica del significado e importancia de la belleza a lo largo de la historia. Este recorrido comienza con el legado de belleza que ha dejado el antiguo Egipto. El busto de Nefertiti conservado en Berlín da pie al autor para reflexionar sobre el canon de belleza que la civilización nilótica marcaba: ojos grandes, labios carnosos, pechos pequeños y erguidos. Para los griegos, como escribe Renz, "la belleza no era otra cosa que la condición y el fundamento último del amor". En el Antiguo Testamento se aprecia la belleza, pero con la aparición del Nuevo Testamento las cosas cambian, el cuerpo se deja de lado hasta la llegada del Renacimiento.
Siguiendo el recorrido que va marcando Renz, el lector accede al siglo XXI convencido de la relevancia individual, social y política de la belleza. Tal convencimiento estaría cercano a generalizarse entre los varones: "el hombre bello está a punto de llegar", afirma el autor. Mientras tanto, la belleza sigue reinando entre mujeres jóvenes conscientes de las ventajas de todo tipo que, como muestra Renz, tienen a su disposición. El progreso técnico de la medicina y el abaratamiento de las intervenciones de cirugía estética han puesto a disposición de muchas personas "el perfeccionamiento clínico de la belleza". El bisturí o el láser a precios asequibles tienen mucho que ver con los 11,9 millones de operaciones de cirugía estética que se practicaron en Estados Unidos en 2004, según recoge Renz.
Con la obsesión por la belleza no sólo se enriquece la industria médica. Como leemos en estas páginas, una piel tersa e impoluta es uno de los requisitos indispensables de la belleza, algo que también saben los fabricantes de productos farmacéuticos y cosméticos. No es por tanto una casualidad que el valor en bolsa de L’Oréal, la concentración de empresas cosméticas más grande del mundo, sea tres veces superior al de General Motors. Según Renz, el volumen de ventas de la industria de la belleza asciende a unos 180 miles de millones de dólares al año. El lector deseoso de más información puede entrar en la web del autor: www.schoenheitsformel.de.