Image: Idealistas bajo las balas

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Ensayo

Idealistas bajo las balas

Paul Preston

21 junio, 2007 02:00

Paul Preston. Foto: Albert Olive

Trad. Marta Anson y R. García Pérez. Debate. Barcelona, 2007 336 páginas, 22’90 euros

La cosa va de que España era un modelo de democracia a la altura del 18 de julio de 1936, cuando fue agredida por los fascistas. Eso provocaría la simpatía solidaria de periodistas, diplomáticos y visitantes de diverso tipo porque, como señalaría Louis Fischer -uno de aquellos corresponsales simpatizantes de la República- "sólo un imbécil desalmado podría no haber comprendido y simpatizado con ella". La mayoría de los corresponsales de guerra, de los que se habla en este libro, "creían que combatir en defensa de la República española era luchar por la supervivencia misma de la democracia y de la civilización ante el ataque del fascismo" (p. 16).

Si el lector está completamente de acuerdo con estos postulados se verá confortado con este bien documentado libro de un prolífico hispanista, como es Paul Preston, siempre atento a las demandas del público lector y al tratamiento de temas de una especial oportunidad.

En los cuatro primeros capítulos nos describe las condiciones generales de la actuación de estos corresponsales de guerra, con un claro desequilibrio -y no sólo en cuanto al número de páginas- a favor de los corresponsales que actuaron dentro del bando republicano. Los otros seis capítulos trazan semblanzas personales de algunas de las figuras más destacadas, entre aquellos testigos privilegiados de la guerra civil, como fueron Mijail Koltsov, Louis Fischer, George Steer, Jay Allen, Henry Buckley y H. R. Southworth. De algunos de ellos se reproducen artículos que tuvieron mayor impacto en la opinión pública, como es el caso de la descripción que hizo Steer de la Guernica destruida por las bombas alemanas, o el testimonio de Allen sobre la represión franquista en la plaza de toros de Badajoz.

Junto a ellos aparecieron entonces por España otras muchas figuras destacadas de la vida literaria de aquellos años como Hemingway, John Dos Passos, W. H. Auden, Orwell, Malraux, o Saint-Exupery. De algunos de ellos, sin embargo, apenas hay mención en el libro, que se apoya en una rica literatura de memorias y la consulta de archivos particulares de gran interés.

El autor contrapone la actitud abierta de las autoridades republicanas para con los corresponsales extranjeros, a través de los buenos oficios de personajes como Arturo Barea o Constancia de la Mora, en contraste con el clima de desconfianza y control existente en la zona franquista. El resultado son testimonios abiertamente comprometidos con la causa republicana aunque resulten algo decepcionantes las explicaciones sobre la desaparición de José Robles -el amigo de Dos Passos- o las disculpas comprensivas hacia la actuación de Koltsov en el asunto Nin en el que, por cierto, también estuvieron involucrados algunos otros personajes aludidos en este libro.

El tema de los corresponsales extranjeros en la guerra civil española nunca ha dejado de interesar, desde el temprano estudio de Armero y, en los últimos meses, se han publicado testimonios como los de Ksawery Pruszynsky, al que ni se alude en este libro, o el de E. Knoblaugh que, como ha señalado hace poco Arcadi Espada, es tratado con asombrosa displicencia por no ser simpatizante con la causa republicana.

Por el contrario, el libro exalta la peripecia de unos personajes a los que se les adjudica gratuitamente el calificativo de idealistas cuando, en no pocos casos, se trataba de meros activistas políticos ligados a los partidos comunistas o simples compañeros de viaje. Ese tipo de personas que no tenían inconveniente en propugnar para España un tipo de revolución socialista que nunca hubieran deseado en su propio país.

De todas maneras, si el lector es de los que sospecha que aquella República no era tan inmaculadamente democrática como se pretende a veces; que calificar a los sublevados de fascistas tal vez fuese un poco prematuro en julio de 1936, por más que respondiese a la dialéctica denigratoria habitual de los comunistas; y que, en definitiva, la sublevación militar había ayudado a desencadenar, a su vez, otra revolución social en el bando republicano, aún encontrará en este libro una apasionante información sobre aquel gran fracaso colectivo que fue la guerra civil.