Image: Sangre y arena: La epopeya del corresponsal de la BBC

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Ensayo

Sangre y arena: La epopeya del corresponsal de la BBC

Frank Gardner

11 octubre, 2007 02:00

Frank Gardner, en una calle de Londres. Foto: Jordi Adriá

Traducción de Carmen Aranda Kailas. Madrid, 2007. 400 páginas, 19’90 euros

El subtítulo de este libro, La epopeya del corresponsal de la BBC tiroteado por Al Qaeda, resume a la perfección el contenido: la narración extensa de acciones trascendentales, grandes, públicas o dignas de memoria para un pueblo sobre la figura y/o las hazañas de uno o más héroes y/o villanos. Frank Gardner, arabista que dejó una lucrativa carrera en la banca para malvivir como corresponsal de la BBC en Oriente Medio, analiza en estas 445 páginas con un estilo impecable, digno de las mejores odiseas en prosa, los principales hechos acaecidos en los últimos treinta años en la zona.

El atentado de Al Qaeda en Riad en junio de 2004 que terminó con la vida de su cámara, Simon Cumbers, y le postró en una silla de ruedas, parapléjico tras cuatro meses de agonía, es sólo una excusa, la percha trágica de la que cuelga un palpitante, brillante y documentado análisis de los conflictos que nos han llevado desde la revolución de Jomeini y los acuerdos de Camp David I, a finales de los setenta, hasta la guerra de Irak y la frustrante -y costosísima- persecución de Bin Laden. "Frank Gardner y Simon Cumbers fueron atacados porque dio la casualidad de que eran europeos, y sus atacantes, dio la casualidad, los reconocieron como tales", escribe John Simpson, el veterano jefe de internacional de la BBC, en el prólogo.

Tal vez no fuera una casualidad. Gardner había llegado más lejos que ningún otro periodista en la búsqueda de las causas del terrorismo de Al Qaeda, sobre todo en Arabia Saudí, y pudo ser traicionado por quienes debían protegerlo, pero, seguramente, nunca lo sabremos.

Los detalles exactos del atentado, en todo caso, son secundarios. A diferencia de tantas historias de corresponsales de guerra que han vivido en propia carne momentos trascendentales, Gardner se distancia de su tragedia personal y, transformándose en observador frío de sí mismo, nos muestra las entrañas más profundas, religión y cultura, costumbres e historia, alegrías y penas, sensaciones y percepciones, el alma y el cuerpo del mundo árabe e islámico en el que, desde muy joven, decidió perderse o encontrarse, según se mire.

Muchos académicos y novelistas lo han intentado con desigual fortuna desde la cultura libresca y viajes esporádicos a los países que estudian. Gardner, que domina el árabe y conoce bien la literatura y la historia árabes, lo hace desde su propia experiencia, dejando que los hombres y las mujeres con los que ha vivido, viajado, trabajado, sufrido y soñado durante tantos años en Marruecos, Dubai, Sudán, Libia, Egipto, Yemen, Irak, Israel, Líbano, Siria y los territorios palestinos nos lo cuenten en primera persona.

Los lugares, los paisajes, los alimentos, los gestos, los olores y los sentimientos son tan importantes o más, en la narración, que los hechos, pero están tan bien integrados que el lector se ve rápidamente atrapado por la belleza y la claridad del discurso.

"Mi fascinación por el mundo árabe comenzó cuando tenía dieciséis años", escribe. Un día de invierno de 1977 su madre le presentó en un autobús de Londres a Sir Wilfred Thesiger, el veterano explorador del mundo árabe, autor de Arabian Sands y The Marsh Arabs, a quien había conocido en los años 50. El joven Gardner quedó fascinado.

Hijo único de diplomáticos, para entonces ya había leído todos los libros de los célebres exploradores Burton, Doughty y Freya Stark, y tenía una enorme curiosidad por el mundo árabe, en parte romántica, en parte pragmática: "los árabes tenían petróleo y era probable que durara más que yo, así que me parecía que siempre iba a haber trabajo allí para alguien que hablara su idioma y conociera su cultura".

Cualquier periodista o historiador que haya pasado por El Cairo y entrevistado a Hosni Mubarak tiene cosas que contar, pero sólo desde un inmenso amor y respeto por el mundo islámico y árabe se puede llegar a comprender la fina ironía, el fuerte sentido del fatalismo y el permanente ma aleysh (no importa) de los egipcios.

¿Qué mejor, para comprender el exotismo salvaje de Sudán, que integrarse en una humilde familia de Kassala? Ninguna entrevista o libro pueden sustituir lo que se aprende cuidando ovejas y cabras con una familia de beduinos, casi como un hijo adoptado, en el desierto jordano de Wadi Rumm, en la frontera con Arabia Saudí.

Gardner hizo todo eso y mucho más en una increíble odisea que le ha llevado hasta la corresponsalía de seguridad de la BBC. La silla de ruedas no le ha impedido seguir viajando como enviado especial a Oriente Medio.