Image: El triunfo del dinero. Cómo las finanzas mueven el mundo.

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Ensayo

El triunfo del dinero. Cómo las finanzas mueven el mundo.

Niall Ferguson

27 noviembre, 2009 01:00

Foto: Issei Kato

Trad. de F. J. Ramos Mena. Debate. Barcelona. 2009. 441 páginas. 24’90 euros


Gabriel Tortella acusó a Niall Ferguson (Glasgow, 1964) de decir tonterías en este libro por la necesidad de mantener la atención del lector, o lector/espectador, porque el texto es base de una serie de televisión. Coincido, pero al mismo tiempo señalo la virtud de conseguir atraer la atención: no es fácil, y este libro lo logra. Está muy bien escrito y se lee con entretenimiento y en ocasiones provecho. Su objetivo es ambicioso, algo así como: todo lo que usted siempre quiso saber sobre el dinero y la banca y nunca se atrevió a preguntar. Y Ferguson se embarca en una historia que empieza en la más remota antigöedad y termina en la crisis actual. Es un gran mérito tocar tantas teclas con gracia y resulta excesivo reclamar además originalidad melódica y profundidad sinfónica. No las encontrará el lector, pero sí una descripción políticamente correcta de la generalización de la reserva fraccionaria a partir del Banco de Estocolmo a mediados del XVII como si fuera un gran avance y sin ponderar sus consecuencias; del mismo modo, el patrón oro es visto como un atraso, la creación de dinero bancario como una bendición siempre, y las crisis de la Inglaterra posterior a la Ley Bancaria de 1844 son interpretadas como prueba de que el patrón oro era "un corsé demasiado restrictivo". Es notable el reproche sistemático que se hace al patrón oro precisamente por lo que tenía de bueno: después vinieron los bancos centrales con las monedas fiduciarias sin corsé y se desataron las mayores inflaciones que ha padecido el planeta; con razón decía Keynes que el patrón oro maniataba a los ministros de Hacienda.

Ferguson no termina de explicar el proceso de creación de dinero y la responsabilidad de los bancos centrales: apunta que la crisis actual fue causada por la titulización (pág. 81), que "una auténtica burbuja no puede producirse sin la posibilidad de una fácil creación de crédito: de ahí que tantas burbujas tengan su origen en los pecados de acción u omisión de los bancos centrales" (pág. 138), pero que "tampoco resulta creíble culpar a la política monetaria de todos los excesos de los últimos años" (pág 287). Las debilidades analíticas aparecen aquí y allá, como en su mala explicación del estallido de Bretton-Woods o su admiración por la ayuda al desarrollo. Sus puntos fuertes son las descripciones de casos concretos de especulación, burbuja y crisis, como la de John Law a comienzos del siglo XVIII, el caso Enron, o el de Long Term Capital Management. Son de agradecer también su defensa del espíritu emprendedor, su rechazo de los dogmas antiliberales y anticapitalistas, y su denuncia del intervencionismo omnipresente de las autoridades en la moneda y la banca. Es un hombre que piensa libremente, y por eso puede defender a Milton Friedman o la liberalización de las pensiones en el Chile de Pinochet, a la vez que el Estado del Bienestar. El libro está lleno de anécdotas sugerentes y divertidas; un ejemplo es la historia del Monopoly, originalmente inventado por una seguidora de Henry George que odiaba la propiedad privada de la tierra, pero el juego sólo tuvo éxito cuando fue modificado para basarse en justo lo contrario. La traducción es bastante buena, aunque con algunas pifias, la más entrañable de las cuales es cuando en la página 70 el viejo Adam Smith aparece hablando sobre ferrocarriles en 1776.