Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808
Varias Autoras
11 diciembre, 2009 01:00Agustina de Aragón, por Juan Gálvez (1848)
El centenario de 1808 ha sido, por ello, una buena ocasión para analizar su actividad en aquel periodo dramático y tratar de deshacer los numerosos mitos que se han acumulado sobre las principales heroínas. Obviamente, la figura de Agustina de Aragón ha sido la que ha concentrado en mayor medida tales deformaciones. A ella se le dedican dos trabajos, uno sobre la recreación cinematográfica de su figura, centrado en la película de Florián Rey de 1929, y otro significativamente titulado "Agustina, la dama del cañón: el topos de la heroína fálica y el invento del patriotismo". Un texto, éste último, escrito por Enric Ucelay-Da Cal, que por su concepción y extensión se diferencia del resto. El autor señala que el personaje se basa en un tópico procedente de la guerra de Independencia de los Estados Unidos, y analiza el trasfondo de papeles sexuales de tales figuras sobre el que se construiría la mitología patriótica. La mitificación afecta también a Manuela Malasaña, estudiada en un buen trabajo por Florencia Peyrou, a María Bellido en la batalla de Bailén, o a otros personajes cuya realidad histórica no es segura, pero cuya imagen nos ha llegado desfigurada.
Lo más importante del libro es la amplia panoplia que nos despliega, la cual prueba no solo la intensa participación femenina en aquellos hechos, sino también las múltiples formas en que se llevó a cabo, así como la presencia de mujeres destacadas en todos los bandos en que se fragmentó la sociedad española, y también la portuguesa de la que se nos ofrecen varios ejemplos. Mujeres que intervinieron directamente en la lucha, participaron en motines o auxiliaron de numerosas formas a los combatientes. La segunda parte del libro analiza varios casos de mujeres cultas y/o de sectores sociales elevados. No todas fueron patriotas como la marquesa de Villafranca o la periodista portuguesa Maria del Carmen Silva, editora en Cádiz de "El Robespierre Español". Frasquita Larrea evolucionó desde un marcado patriotismo en la guerra a una actitud servil tras el regreso de Fernando VII. Hubo afrancesadas como Isabel de Roxas o, más aún, la condesa de Ega en Portugal, cuya trayectoria se asemeja a la de la francesa Emilia Duguermeur que acabaría liderando la lucha por los derechos de las mujeres durante el Trienio Liberal.