Image: De la política a la razón de Estado

Image: De la política a la razón de Estado

Ensayo

De la política a la razón de Estado

La adquisición y transformación del lenguaje político (1250-1600)

8 enero, 2010 01:00

Maurizio Viroli. Foto: Carlos Barajas

Maurizio Viroli. Trad. Sandra Chaparro. Akal. Madrid, 2009. 368 páginas, 31 euros

Maurizio Viroli (Forlì, Italia, 1952), profesor de la prestigiosa Universidad norteamericana de Princeton desde hace más de veinte años, es uno de los grandes politólogos de nuestro tiempo. Su especialidad es la historia del pensamiento político, a la que ha contribuido con importantes estudios, algunos de ellos traducidos a nuestra lengua. En un magnífico prólogo, dos de nuestros principales especialistas, Sandra Chaparro
y el desaparecido Rafael del águila, analizan la obra historiográfica de Maurizio Viroli y sus diferentes aportaciones.

El libro que ahora se traduce, cuyo original apareció en 1992, es ya un clásico de la historia del pensamiento político, que aborda la transición desde la filosofía cívica a la razón del Estado o, dicho de otra forma, el proceso por el cual una idea de la política como arte pensado para lograr el bien común fue progresivamente sustituida por otra cuyo objetivo exclusivo era la conquista y conservación del poder. El centro geográfico fundamental de tales transformaciones fue Italia y sus consecuencias tantas y tan importantes que llegan hasta nosotros, pues el concepto de la política actualmente dominante, como señala el propio autor en el epílogo, es básicamente el que impulsaron los teóricos de la razón de Estado.

En la Italia de las ciudades-Estado libres de los siglos XI y XII, y a partir de tres elementos: la tradición ciceroniana de las "virtudes" políticas, el aristotelismo y el derecho romano, surgió un concepto de política vinculada con las virtudes cívicas de defensa de la respública -entendida como comunidad de individuos que comparten una idea de justicia-, frente a la amenaza de la tiranía, el gobierno de una persona o un grupo. La idea de política se contraponía así a la de Estado, concebido esencialmente como el Estado de alguien. En El Príncipe, Nicolás Maquiavelo no utiliza nunca el término "política", que reserva para sus obras centradas en los valores cívicos. Al final del proceso, sin embargo, la idea de política no solo se asimiló a la razón de Estado, sino que ésta acabó monopolizando aquella. Se pasó así de una actividad concebida como la más noble de las ciencias humanas a la idea de una actividad innoble y depravada. No se la consideraba ya el mejor instrumento contra la corrupción, sino el arte de adaptarse a ella, cuando no de perpetuarla.

La historia que nos cuenta Viroli se articula en torno a dos grandes hitos: Brunetto Latini, que elaboró en 1266 la definición de política largo tiempo imperante (gobierno, de acuerdo con la razón y la justicia, ejercido por una autoridad elegida libremente por los ciudadanos), y Giovanni Botero, el gran definidor de la razón de Estado a finales del siglo XVI. Con un profundo conocimiento de autores y textos, analiza el pensamiento político de estos siglos. Como él mismo advierte, se centra en el caso italiano -fundamental aunque no exclusivo-, pero ello no le quita mérito a un libro denso y lleno de matices en el estudio de los diferentes tratadistas.

Destacaré dos de las muchas observaciones que me sugiere. La primera es la mejor comprensión de la índole y los orígenes del pensamiento de Maquiavelo, autor al que Maurizio Viroli había dedicado ya otros trabajos. La segunda, la impronta destacadamente laica del pensamiento político, poco deudor -al menos según se desprende de este libro- de los teólogos y tratadistas cristianos. El epílogo -una reflexión centrada en la actualidad- defiende, en la línea de Hannah Arendt, una política entendida como filosofía cívica, al estilo de las teorías sepultadas por la razón de Estado. Su reflexión, aunque pertinente, es sin embargo utópica. Ciertamente, la victoria ideológica de los teóricos del Estado a finales del XVI fue demoledora -el término es de Viroli- y duradera, pero las responsabilidades del predominio actual de una idea partidista de la política, alejada de la búsqueda del bien común de todos los ciudadanos, son otras muchas, y lo peor es que las posibilidades de que ello cambie parecen escasas.