Ensayo

La dictadura de la incompetencia

Xavier Roig

2 julio, 2010 02:00

El Palau de la Musica de Barcelona

Gestión 2000. Barcelona, 2010. 160 pags. 16 euros


El empresario, profesor y escritor catalán Xavier Roig se atreve a desafiar la corrección política y el pensamiento único intervencionista. Y lo hace desde la primera página hasta la última de este atractivo y breve volumen, demostrando que el intervencionismo es "un peligro" y despotricando contra el "progresismo esclerótico que anda con muletas del 68" y contra "una clase política que mira con malos ojos la libertad del individuo e ignora totalmente de dónde sale la riqueza que le da de comer".

Ni una tontería deja pasar a los intelectuales, políticos y burócratas que respaldan "un progresismo social que siempre ha estado en contra del libre mercado y la libre iniciativa", y que además "ha flirteado descaradamente con dictaduras comunistas". Dirá usted: bueno, será otro centrista pastelero. Pues no, porque reniega de la supuesta equidistancia higiénica entre capitalismo y socialismo, porque "el capitalismo no es necesariamente un modelo dictatorial: el comunismo y el fascismo, sí"; no son equivalentes China y Estados Unidos (aunque este último país esté muy lejos de ser ese modelo cuasianarquista de liberalismo que se predica sin cesar), y fascistas e izquierdistas son igualmente condenables, porque es mentira eso de que los socialistas son mejores porque tienen objetivos plausibles. Dirá usted: otro apologeta de los empresarios. Pues no, es un liberal como Adam Smith, que mira a su Cataluña querida y la ve copada por políticos mediocres y por supuestos "empresarios importantes" que en realidad o no son empresarios o no son importantes, y que "siempre están arrimados al poder y no creen en la libre competencia".

Propone en cambio que nos ocupemos cada cual de nuestros problemas, sin ignorar los ajenos pero también sin apostar por "muletas sociales" y por la boba fantasía según la cual "el sector público tiene buenas intenciones y es desinteresado". No queda títere con cabeza, y los mandobles los reciben la izquierda, la derecha y los nacionalistas. Ningún dogma populista queda sin responder, desde la bobada pedagógica de que la educación mejora si el Estado reparte ordenadores por doquier, hasta la ficción progresista de que a los pobres les conviene el 0,7 % en vez del comercio libre. Xavier Roig quiere una sociedad donde las autoridades no insulten a los contribuyentes, forzándolos a pagar una cultura que no sólo es onerosa, como la de tantas subvenciones millonarias al cine, la música y todas las artes, sino además corrupta, como la del Palau. Más cultos y más eficientes son los supuestamente filisteos estadounidenses, a los que despreciamos sin comprender que, repito, sin ser liberales paradigmáticos, nos dan también ahí sopas con honda. El retrato de los políticos y su pasmosa incompetencia es escalofriante, como valiente es su crítica al camelo de las ONGs, su aplauso a la globalización, y su defensa de una sociedad democrática, capitalista y de libre mercado. Una sociedad donde rechacemos el embuste de que la crisis es producto del liberalismo y donde defendamos una convivencia en la que, al revés de lo que se nos proclama desde púlpitos y cátedras y tribunas sin fin, no creamos que el objetivo supremo es echarle la culpa a otro y obedecer al poderoso.