Image: En defensa de la República. Con Negrín en el exilio

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Ensayo

En defensa de la República. Con Negrín en el exilio

Pablo de Azcárate

19 noviembre, 2010 01:00

Negrín y el periodista Loui Fischer en Ginebra

Edición de Ángel Viñas. Crítica. 668 pp., 29'90 euros


Como señala Ángel Viñas en las palabras de su estudio preliminar, la figura de Pablo de Azcárate no es excesivamente conocida para los españoles de hoy, ni siquiera para algunos de los amantes de los estudios de la historia más reciente de este país.

Nacido en Madrid en 1890 y fallecido en Ginebra en 1971, fue catedrático de Derecho Administrativo en las universidades de Santiago y Granada entre 1913 y 1918, aparte de diputado por León en ese último año. Posteriormente se reintegraría a la cátedra granadina hasta 1922, cuando se incorporó al secretariado de la Sociedad de Naciones, en Ginebra, gracias a los buenos oficios de Salvador de Madariaga. En ese puesto le sorprendería la guerra civil y, en septiembre de 1936, fue nombrado embajador de España en Londres. Allí permanecería hasta el final de la guerra -cuando el Reino Unido reconoció al gobierno de Franco- y desplegaría una intensa actividad aunque, en opinión de un subsecretario parlamentario del Foreign Office, se tratara de una mentalidad académica, propicia a ignorar los hechos. De esos años dejaría un extenso testimonio (Mi embajada en Londres durante la guerra civil española) que se publicaría en 1976.

El texto que ahora se nos ofrece, con un cuidadísimo trabajo de edición de Ángel Viñas, procede de un borrador en el que Pablo de Azcárate abordó los primeros años de su exilio. En ellos se alude a las gestiones para resolver el drama de los refugiados en Francia y, sobre todo, se siguen las actividades políticas de Juan Negrín desde el final de la guerra civil hasta su cese como jefe del Gobierno de la República en el exilio, en agosto de 1945. El último capítulo contiene un dietario de Azcárate que se extiende desde septiembre de 1939 hasta 1947. Finalmente, el libro aporta, como apéndices documentales, diez pequeños capítulos que habrían sido más útiles si hubieran llevado indicaciones cronológicas claras y se nos explicara el criterio de su ordenación.

Este libro forma parte de la poderosa corriente de revisión de la figura de Negrín que se ha producido en la historiografía española en los últimos años y que nos ha deparado obras tan excelentes como las de Ricardo Miralles y Enrique Moradiellos. Viñas es, con todo, el historiador que ha contribuido con mayor entusiasmo a esa labor, especialmente en la tetralogía que se inició con La soledad de la República (2006) y culminó el año pasado con El desplome de la República.

La voluntad de rehabilitación de Negrín es, si cabe, más evidente en estas páginas, como ponen de manifiesto los pasajes iniciales de la introducción de Viñas, dedicadas a la rehabilitación de Negrín como militante del PSOE, en un acto de octubre de 2009. Pero, en realidad, la imagen del Negrín satanizado, esclavo de los comunistas, hace tiempo que dejó de ser un lugar común en la historiografía sobre la guerra civil y hoy conocemos mucho mejor la lógica interna de aquellos sucesos y carecen de sentido historiográfico las tensiones entre prietistas y negrinistas que desgarraron al socialismo español. En ese sentido, la oportuna publicación de estas memorias nos proporciona un material de primera calidad para conocer las intimidades de la política republicana en el exilio y las tortuosas relaciones de los republicanos con los gobiernos europeos en el momento en el que se estaba configurando la nueva Europa surgida de la guerra mundial. Azcárate vuelca sobre ese mundo su mirada de diplomático y de jurista. Una mirada un tanto formal y distante en ocasiones, pero que nos ofrece puntos de vista muy sugerentes para cuantos se interesen por los acontecimientos de aquellos años.