Sereno en el peligro. La aventura histórica de la Guardia Civil
Lorenzo Silva
10 diciembre, 2010 01:00Desfile de la Guardia Civil a caballo, el 2 de mayo de 2008
La creación de la Guardia Civil, en marzo de 1844, tuvo sus antecedentes en la España del Trienio liberal (1820-1823) pero no se concretaría hasta la época del gobierno moderado del general Narváez. De hecho fue uno de los grandes jalones en el proceso de la modernización del Estado liberal que realizaron los moderados desde el poder. Francisco Javier Girón, duque de Ahumada, sería el encargado de formar ese Cuerpo, del que sería su primer director.
Con todo, el periodo de mayor efectividad del nuevo Cuerpo coincidiría con el largo periodo de la Restauración canovista, cuando la Guardia Civil secundó decididamente el proyecto político de Cánovas en el que trató de hacer posible un sistema político compatible con el mantenimiento del orden, especialmente en la España rural. Fue entonces cuando la Guardia Civil realizó algunas de sus más conocidas actuaciones, especialmente en la lucha contra el bandolerismo andaluz y cualquier organización que pusiera en peligro el orden social.
Con el paso de los años la Guardia Civil pasaría a convertirse en una institución esencial para el control de la vida política y, en abril de 1931, cuando la vida de la nación se conmovía por los resultados de unas elecciones municipales que resultaron claramente desfavorables para los republicanos, la decisión del Director de la Guardia civil de aquel momento -el general Sanjurjo- de ponerse a las órdenes del comité revolucionario, resultaría decisiva para la implantación de la II República.
Esta decisión que respondía a la práctica de una actitud siempre deferente hacia el poder, sin injerencias partidistas en la vida política, dividió a la Guardia Civil cuando se produjo la rebelión militar de julio de 1936, antesala de la guerra civil. Hubo quienes apoyaron abiertamente el golpe militar de la misma manera que en otros lugares, como en Barcelona, la actuación de la Benemérita resultaría decisiva para el fracaso de la sublevación. Representantes de esas enfrentadas actitudes podrían ser el general Aranguren o el coronel Escobar, leales a la República y que serían fusilados por Franco, mientras que el capitán Santiago Cortés se convertiría en el héroe de la resistencia del santuario de la Virgen de la Cabeza.
Franco, en todo caso, reconduciría a la Guardia dentro de su régimen político hasta el punto de que Silva habla de una verdadera refundación del Cuerpo, contenida en la ley de 15 de marzo de 1940. Sería, desde ese momento, un instrumento decisivo en el mantenimiento del orden público. La Guardia Civil, en todo caso, ha sabido mantener su imagen de eficacia y abnegación y, como ha hecho Lorenzo Silva en el estupendo libro que ahora nos ofrece, al repasar su historia, nos brinda también unas páginas apasionantes sobre la más reciente historia de España.