Image: Encrucijadas árabes

Image: Encrucijadas árabes

Ensayo

Encrucijadas árabes

Gustavo de Arístegui

22 diciembre, 2011 01:00

Medialive, 2011. 350 páginas, 18 euros

Lo fácil, para un diplomático como Gustavo de Arístegui (Madrid, 1963), especializado en el mundo árabe e islámico y con responsabilidades políticas desde 1996 en el Partido Popular, habría sido reunir bajo el mismo título los artículos más importantes que ha ido publicando sobre las revueltas árabes. Ha preferido, con un rigor y paciencia encomiables, construir una obra nueva, con una estructura ambiciosa y repleta de reflexiones sobre el pasado, el presente y el futuro, logrando un texto imprescindible -seguramente lo mejor producido hasta hoy por un autor español sobre tan complejo asunto- para comprender la vorágine en esta parte del mundo y para evitar nuevos errores.

El libro está organizado en siete partes: problemas comunes de todos los países golpeados por el huracán; causas, actores y catalizadores de las revueltas; análisis de cada caso, desde Líbano en 2005 hasta "la perestroika del Golfo"; las teorías de la conspiración con que muchos prefieren seguir confundiendo una realidad que el autor explica con una claridad pasmosa; la respuesta de Occidente, incluida España; una breve cronología de lo sucedido hasta el cierre del libro, a finales del pasado verano; y unas conclusiones, en forma de escenarios de futuro, que resumen las 350 páginas del texto.

Sin señalarlo expresamente, las siete partes tienen cuatro hilos conductores, independientemente del país analizado: las raíces de cada régimen desde su independencia, su naturaleza particular, el origen de cada revuelta y los riesgos que cada proceso entraña. Los datos recogidos en el primero (raíces, antecedentes y problemas comunes) y tercero de esos hilos (el origen o circunstancias precipitantes de cada revuelta) ayudan a situar cada capítulo, aunque se trate de información conocida.

Donde el autor despliega sus amplios conocimientos y una gran experiencia en el objeto de análisis es en el estudio de la naturaleza de cada régimen y en las pinceladas de prospectiva, lo que he llamado el cuarto hilo conductor de la obra, que aporta a cada caso particular. Es firme en la defensa de los procesos democráticos en curso, brillante en la conexión de hechos aparentemente muy distintos, duro con los simplismos y distorsiones, impaciente con las respuestas de Europa y EE.UU., a los que pide un mayor compromiso a favor de las transiciones abiertas, y desconfiado en extremo con los islamistas, principales beneficiarios de los procesos electorales ya iniciados. Comparte las dudas de los principales observadores sobre el desenlace final. Por un lado, expresa "esperanza, confieso que voluntarista, pero no por ello nublada de ingenuo optimismo". (p.179) Es difícil llegar a otra conclusión ante procesos que "son más una inmensa encrucijada que otra cosa" (p. 178).

No podían faltar referencias personales. Aunque pocas, enriquecen y dan a la obra el valor de la prueba sobre el terreno que ningún texto académico, sin ese plus vital, puede ofrecer. Al referirse a Jordania, "país con un gran potencial democrático", reconoce su amistad con Nasser Louzi, jefe de la Casa Real. (p. 195) Sus casi tres años como número dos de la embajada española en Trípoli (p. 173) le permiten profundizar como pocos en los entresijos históricos, étnicos y personales de la transición libia. "Tuve un papel destacado en convencer a quien era entonces ministro del Interior y mi jefe, mi buen amigo Jaime Mayor Oreja" [...] para que ayudaran a Argelia a finales de los 90 contra el terrorismo islamista. "La policía española y la Guardia Civil adiestraron a los TEDAX argelinos". (p. 210) Elogia, por último, el nombramiento de Bernardino León como enviado especial de la UE para el Mediterráneo, le presenta, aunque hayan servido a partidos distintos, como "mi buen amigo" y reconoce en él "un hombre hábil e inteligente, que conoce muy bien la región y a sus actores principales" (p. 296).