Ensayo

Para matar el recuerdo

Jean-Claude Carrière

22 diciembre, 2011 01:00

Traducción de Paula Sanz. Lumen, 2011. 280 pp., 24'90 euros

El dramaturgo y guionista francés Jean-Claude Carrière (1931) fue el redactor de Mi último suspiro (1982), el libro de memorias de Luis Buñuel. Veinte años de amistad íntima y de intenso trabajo en común hicieron obvia la elección de Carrière como el muñidor literario de los recuerdos de Buñuel. Bajo el patrocinio del productor Serge Silberman, Carrière y Buñuel escribieron juntos Diario de una camarera (1964), Belle de jour (1967), La vía láctea (1969), El discreto encanto de la burguesía (1972), El fantasma de la libertad (1974) y Ese oscuro objeto del deseo (1977), es decir, 6 de las diez últimas películas del director aragonés. También escribieron juntos varios guiones que no llegaron a filmarse. Por su lado, Carrière es, además de un autor teatral y de un intelectual muy destacado, uno de los grandes guionistas del cine mundial de las últimas décadas. Sus trabajos para directores como Louis Malle, Milos Forman, Godard, Wajda, Marco Ferreri, Schlöndorff y, últimamente, Fernando Trueba, así lo acreditan.

Para matar el recuerdo. Memorias españolas aparece en España meses después de la publicación en Francia de otro libro de Carrière, Le réveil de Buñuel (Odile Jacob), aún no traducido al castellano. Luis Buñuel es el centro nuclear de Para matar el recuerdo. Carrière, a base de anécdotas y de pequeñas viñetas bien hilvanadas va contando cómo eran sus viajes, sus sesiones de trabajo y sus ideas sobre el guión, y ese tronco se abre hacia un ramaje de impresiones que facilita un cercano y fidedigno retrato de la persona, sus costumbres y sus ideas, del hombre y del cineasta que fue Buñuel.

Pero, aunque el director de Calanda sea el centro, Carrière ha tenido el propósito de fijar en el libro su visión de España, de la que ha conocido viajando y trabajando con Buñuel. Episodios vividos con Buñuel, frases recogidas al vuelo y conversaciones mantenidas con terceros -celebridades o gente corriente- permiten a Carrière una descripción de lo que podríamos llamar el alma española, el carácter español o, si se quiere, la posición cultural más inmanente -relaciones con la muerte, el sexo, o el pensamiento- que configura el ser español, muy estructurado, a juicio de Carrière, sobre la paradoja y el irracionalismo.

Esta ampliación sustancial del objeto del punto de vista se despliega sobre escenarios y personajes que, a su vez, se convierten en co-protagonistas del libro y en receptores de la mirada descriptiva y reflexiva de Carrière. Ciudades como Madrid, Toledo, Ávila, Sevilla o Barcelona se erigen no sólo como paisaje de fondo, sino como elemento que propicia sus disquisiciones. Del mismo modo, y siempre al hilo de las experiencias vividas con Buñuel, Carrière pone en página significativos retratos de personalidades como Fernando Rey, Francisco Rabal, Carlos Saura, Jesús Franco y, sobre todo, Bergamín, gran amigo de Buñuel que también llegó a serlo de Carrière, quien deja atisbar su propio autorretrato.

El libro es interesante, y se lee con mucho agrado y facilidad. Proporciona un valioso material tanto para un mejor conocimiento de Buñuel como de España y los españoles. La escritura es sencilla, pero Carrière logra -sin pedantería- glosar con brevedad las anécdotas que va evocando, de manera que el libro trasciende y supera con amplitud cualquier riesgo de constituirse en una mera colección de sucedidos que podrían ser chocantes o ingeniosos y, sin fatigar al lector, no sólo le entretiene o le emociona, sino que le regala un bien calculado y claro contingente de ideas para meditar.