Image: Inglaterra derrotada

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Ensayo

Inglaterra derrotada

Álvaro van der Brule

3 noviembre, 2017 01:00

La Esfera de los Libros, 2017. 290 páginas. 19'90€. Ebook: 8'99€

Viene este libro de Álvaro van den Brule (Madrid, 1955) a sumarse a otras historias de España que han querido sacudirse el polvo de la leyenda negra, corrigiendo tanto tópico arrojado sobre nuestro país por historiadores extranjeros, muy especialmente del mundo anglosajón. Baste citar Imperiofobia, de Elvira Roca Barea o En defensa de España, de Payne, ambos con la clara intención de restituir la maltrecha imagen exterior de lo español, a menudo interiorizada aquí, para mayor escarnio: hablamos del famoso autoodio, que excede con mucho la crítica constructiva, y que aún causa problemas de autoestima -con lo que esto tiene de paralizante- en la sociedad española.

Inglaterra derrotada destruye otro tópico flagrante: que Inglaterra fue siempre dueña y señora de los mares y frente a ella España no cosechó más que derrotas. Pues no, dice Van den Brule. Que las derrotas sufridas por los ingleses apenas ocupen espacio en la Enciclopedia Británica no quiere decir que no se produjeran. Ni mucho menos que aquí debamos asumir que fue así. Lo de Inglaterra, escribe el autor, no ha sido en absoluto "un paseo militar por la historia". Arranca en la batalla de La Rochelle (1372), en el contexto de la Guerra de los Cien Años, cuando Castilla, en inferioridad numérica, vapuleó a Inglaterra gracias al novedoso uso de la artillería naval. Aquella fue la primera vez que el control del Canal pasó a manos castellanas. ¿Cuántos recuerdan que ocho años después la flota castellana remontó el Támesis a las órdenes de Sánchez de Tovar e incendió ambas orillas, sometiendo a Londres a tal saqueo que parte del botín tuvo que ser arrojado al mar para que los barcos no se hundieran? ¿Hace falta recordar las invasiones fallidas inglesas de Buenos Aires (1806-1807), repelidas eficazmente por la Corona española? ¿O la derrota infligida por 1.600 canarios, muchos civiles, a Nelson en 1797, cuando el británico intentó tomar las islas -esto es, invadirlas para luego saquearlas y controlar sus puertos estratégicos- al mando de una bien pertrechada escuadra de buques y unos 3.700 marinos? Por cierto, mientras a Nelson se le homenajea con una imponente estatua en Trafalgar Square, Antonio Gutiérrez, el marino -entonces un mariscal jubilado- que lo repelió apenas es recordado con un discreto busto, y pocos recuerdan su nombre.

La civilizada anglofobia del autor resulta simpática por el tono irónico con que está expuesta, y así hay que tomarse, por ejemplo, sus referencias a "la habitual trapacería inglesa". Para Van den Brune, la posición exterior de Inglaterra ha consistido, hasta el mismísimo Brexit, en "tener una mano tendida para recibir y la otra cerrada para dar". Hay que reconocer que los resultados han sido admirables.