Novela

El viajero de las luces

A. Hernández Lafuente

11 julio, 1999 02:00

Aljaima. Málaga, 1999 316 páginas, 2.800 pesetas

N o es la primera vez que la experiencia ceutí de Adolfo Hernández Lafuente -experiencia vital y profesional- recala en una de sus obras narrativas. Sí es el proyecto más ambicioso de los emprendidos por este autor hasta el momento, a juzgar por el empeño y la minucia volcados en esta entrega, El viajero de las luces, la primera de un tríptico que será bien acogido por los amantes de las lecturas reposadas, del rigor y la información al servicio de aventuras novelescas donde la exhaustividad manda sobre una acción ágil y de movimientos sincopados. Así, buen conocedor de la Historia y la Geografía de esa difícil encrucijada de intereses enfrentados en el Norte de áfrica, el autor se ha embarcado en la descomunal misión de narrar, blandiendo los argumentos de la Historia europea en los comienzos del siglo XIX, los confines de una aventura salpicada de conflictos, intrigas y pactos secretos. La aventura de España compitiendo con la dura Inglaterra para hacerse con el comercio de áfrica por el conducto de Marruecos.
Ideada sobre un complejo retablo de personajes tomados de la realidad y de la ficción; aquilatada con datos que beben en fuentes y en crónicas de aquel tiempo asolado por pactos clandestinos y clamores de guerra; pensada como una sofisticada trama de ambiciones, espionaje y conquista, el primer volumen de este viaje por el interior de ese continente, por el abismo insalvable entre el occidente cristiano y el Islam, lo protagoniza este "viajero de las luces" cuya identidad se oculta bajo el disfraz de un enigmático "príncipe de oriente". Un hombre formado en los ideales científicos y humanos de su tiempo, de creciente personalidad a lo largo de estas páginas, que es, además de uno de los mejores logros de esta historia, la razón de más peso para la anunciada solución de continuidad.