Novela

Linus Daff, inventor de historias

Marta Rivera de la Cruz

12 abril, 2000 02:00

Plaza & Janés. Barcelona, 2000. 318 páginas, 2.700 pesetas

Esta es la segunda novela de Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 1970). Con la primera, Que veinte años no es nada (1998), ganadora del premio Ateneo Joven de Sevilla, la autora funda el espacio literario de Ribanova a partir de su Lugo natal. En su territorio se levanta un universo provinciano que para alguno es lugar de refugio y soledad mientras que otros han de superar entre sus murallas los primeros obstáculos en su apertura al mundo. Su entramado de historias incluye la del relato La segunda vida de Antonio Benítez Reino (1997), que vuelve a ser recordado en Linus Daff..., donde el mundo de Ribanova reaparece como un ámbito de referencia representado por un generoso cronista local que ha hecho amigos por todo el mundo. Así las narraciones de Rivera van construyendo un mundo propio con personajes y peripecias que tienen su centro en una obra y reaparecen en el tejido de otras. Entre las dos novelas hay una relación complementaria en su visión del mundo. De manera que en la primera el mundo se ve desde el aislamiento de Ribanova. En cambio la segunda, que pierde algo de la frescura y autenticidad de la anterior, aunque es más ambiciosa, completa un itinerario cosmopolita por lugares emblemáticos de Europa y América desde los cuales Ribanova se recuerda como un rincón del noroeste español, por más que Galicia sea siempre el añorado lugar de retorno para sus emigrantes.

Luis Daff cuenta la aventura de un bastardo galés cuya imaginación tuvo que emplearse en la temprana invención de un padre para pasar luego de mentir por necesidad o por afán de diversión a montar un próspero negocio de la mentira en la invención de engaños y simulaciones con que ayudar a salir del apuro a tantos clientes necesitados de ocultar conductas inapropiadas. Lo cual convierte a Linus en un entendido en el comportamiento humano a la vez que su fábrica de mentiras constituye un ataque indirecto a la sociedad, dominada por una doble moral de oscuros intereses, prejuicios y convencionalismos. Como falsificador de biografías que necesitan blanquear su pasado, Linus Daff cumple la función de catalizador de diversas historias que se desarrollan entre Londres, Nueva York y La Habana en el primer tercio del siglo XX. Los varios casos de vida real y su ingeniosa falsificación dan a la novela una extraordinaria variedad de episodios que atestiguan la sorprendente capacidad de fabulación de la autora, desde un cabrero irlandés beneficiado por una inmensa herencia ganada por sus servicios amorosos hasta el egoísmo filantrópico de un indiano gallego que quiere lavar su pasado de estafador y emplear su fortuna en la construcción de un avanzado centro de enseñanza en su pueblo natal de la Costa de la Muerte galaica.

Lo mejor de la novela está en su hábil integración de múltiples historias que, en su conjunto, componen una reflexión sobre el amor y la soledad, sobre la simulación y la verdad, sobre la función pública de la mentira en una sociedad hipócrita regida por el dinero y la impostura. Ficción y realidad caminan de la mano en esta cadena de suplantaciones contadas con buen pulso narrativo y fecundo empleo de las técnicas del relato oral. Quizá se haya ido de la mano en la excesiva acumulación de datos que desvían la atención del eje vertebrador del relato. Y el desenlace no escapa del todo a la impresión de cierto escamoteo y efectismo. Pero no son graves estos reparos en una narración caudalosa de indudable interés que mantiene hasta el final el potencial novelesco de las múltiples historias integradas y que por ello hará las delicias de muchos lectores.