Novela

La taberna de los tres monos

Juan Bas

3 mayo, 2000 02:00

Destino. Barcelona. 2000. 346 páginas, 2.200 pesetas

Un delirante trajín de cartas, cubiletes y dados, y una retahíla de imprevisibles envites e insospechadas apuestas confieren unidad temática a este volumen titulado La taberna de los tres monos y otros cuentos alrededor del póquer. En rigor son relatos argumentales montados sobre la idea de fantasear con los límites de los juegos de azar y sus azarosas probabilidades, con situaciones en las que una variada fauna de tipos humanos estereotipados, adictos al riesgo, se jueguen hasta el alma, si es preciso, en obediencia a sus reglas. Y es que el rito de las cartas y el ritmo de las jugadas dominan esta baza de quince manos que representa el conjunto, salpicado de guiños para los que dominen este juego, si bien es verdad que no dejará fuera a quienes gusten de historias dominadas por la acción y pensadas para la diversión y el entretenimiento.

Así es, en líneas generales, lo que ofrece en este libro el bilbaíno Juan Bas (1959) -guionista profesional y coautor, junto a Fernando Marías, de Páginas ocultas de la historia. Lo componen narraciones de irregular extensión, y de desigual calidad, expuestas, con fluidez expresiva, desde cambiantes puntos de vista y, en atención al decoro verbal, con agudos cambios en los registros que ostentan los personajes dependiendo de su condición, su situación y la época a la que remite cada historia. Porque si el espacio de cada relato se mueve según el arbitrio del autor, y va de la "taberna", el "zulo" o el "caserío" bilbaínos al "metro" de Madrid o a un exquisito restaurante francés; y el tiempo se para igual en la corte de Felipe IV que en la época de Zola o en diferentes momentos de la España de nuestro siglo, el muestrario de protagonistas no es menos variopinto y comprende desde rufianes de poca monta, hasta tipos cuya singularidad radica en depender de todo lo que signifique avenirse a la lógica de una jugada maestra, un concurso, o un espectáculo de feria acondicionado para brindar la posibilidad de vivir experiencias límites; pasando por la presencia de los ilustres Gracián y Quevedo.

A estos últimos se les convoca a uno de los relatos que destilan más ingenio -"La invención del póquer"- en toda esta ronda de causas a veces tentadas por un humor excesivamente negro y a veces forzadas a obtener solución mediante un azar también forzado. Junto a él resultan especialmente logrados, además del que da título al volumen, "Las manos del hermano Olegario", un original remake cinematográfico que cuenta las funestas consecuencias de un transplante de manos, y la irónica y entrañable "Carta de Paulino el limpia a Tabacalera". El resto es descompensado, sobre todo en aquéllos animados por el afán de trascender lo narrado con testimonios que desentonan con el tono entre lúdico y ácido que exhibe esta original baza de quince manos.