Novela

Aires de familia

Carlos Monsiváis

10 mayo, 2000 02:00

Premio Anagrama de Ensayo. Anagrama. Barcelona, 2000. 254 páginas 2.300 pesetas

El objetivo de este libro es ambicioso. Pretende analizar, a través de diversas catas, que van de la literatura culta a las formas populares de cultura, el estado de " lo popular" en Latinoamérica.

No debió resultarle difícil elegir al jurado del premio Anagrama de Ensayo en su XXVIII convocatoria al descubrir entre los originales el nombre de Carlos Monsiváis y su Aires de familia. El autor (nacido en México en 1938) es, junto a Gabriel Zaid, uno de los ensayistas más reconocidos, pese a que su obra haya sido hasta hoy poco divulgada en España. Periodista, es considerado como cronista de la vida mexicana, como historiador de las mentalidades (según el novelista Sergio Pito¡) y antólogo de la poesía mexicana del siglo XX, entre otras actividades literarias. El objetivo de este libro es ambicioso. Pretende analizar, a través de diversas catas, que van de la literatura culta a las formas más populares de cultura (el cine, la radio, los seriales, la televisión, etc.) el estado de "lo popular" en Latinoamérica, aunque el autor se extienda en mayor medida en México. El panorama realiza incursiones históricas que van desde el Modernismo hasta los problemas de la globalización. En consecuencia, resulta naturalmente disperso, repleto de sugerencias, aunque deshilvanado. No ha de extrañar, pues, que el autor se resista a ofrecer alguna conclusión, salvo la certera cita de Lezama Lima que sirve de clausura: "El gozo del ciempiés es la encrucijada". Y, en efecto, ante una encrucijada nos ha situado. Por otra parte, lo que entiende como original de algunos países hispanoamericanos puede aplicarse sin reservas también a Europa y, como no, a España.

Se parte, una vez más, de la dialéctica de Sarmiento, la Argentina que debía elegir entre Civilización y Barbarie, y de la forja de los nacionalismos, tras la Independencia. Pero con el paso del tiempo: "todo lo identificado con el atraso nacional o las limitaciones de los países periféricos agrava el odio contra esa condición inerme de la barbarie, la pobreza". Y ésta será determinante. No puede resultar fácil deslindar el concepto de "lo popular". Monsiváis sitúa su nacimiento entre 1935 y 1955. Posiblemente, si hubiera aludido al concepto romántico, e historiado las raíces del concepto, habría podido aislar mejor el fenómeno en la época moderna. Utilizará la novela de Cabrera Infante para concluir que "lo popular se transfigura y resulta lo clásico marginal". Resultan de interés sus apreciaciones sobre el lenguaje de la nueva literatura inspirada por el cine, también en el caso de Manuel Puig, o en el son, como las del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez, el autor de La guaracha del macho Camacho (1976), adecuadamente valorada. Dos autores mexicanos menos conocidos en España, Garibay y Elena Poniatowska servirán también al mismo propósito. El uso de recursos procedentes de la canción popular en cada uno de los países, del cine (en sus dos principales centros: Buenos Aires y México) resurgirán en algunas zonas del libro. Por cierto, apenas si se alude al papel de Luis Buñuel, citado sólo en una ocasión, cuando hubiera sido un excelente y contradictorio modelo para mostrar el uso folletinesco y melociramático de lo popular mexicano por un autor español integrado tras su frustrado paso por los EE.UU. La atención al cine, arte popular anterior a la televisión, le permitirá incidir en los modelos de la censura, el papel represivo dé la religión, ciertas fórmulas características: "En las películas del Wild West, la solución feliz es el resultado natural del avance de la civilización; en el caso mexicano, la tragedia es el pago mínimo por el derecho a vivir la historia". Analiza el papel del héroe histórico y utiliza acertadamente las figuras de Villa y Zapata (las alusiones al conflicto indígena y a Chiapas resultarán inevitables, aunque escasamente iluminadoras). Se aludirá, asimismo, al populismo peronista, a la figura de Salvador Allende; aunque el autor no pretende adentrarse en asuntos políticos de mayor calado. Y así pasa por encima del marxismo no sólo en México (página 133), sino en el resto del Continente, pese a que reconoce la influencia del comunismo en las minorías ilustradas durante algunos decenios. Será el momento de hablar de la Revolución Cubana y de su impacto, así como, una vez más, aludir al inevitable "caso Padilla". Ello conducirá al análisis de la función de la urbe en el ámbito literario y cultural y posteriormente a un mundo definido por el neoliberalismo, donde los criterios literarios se rigen ya por razones económicas, como la aparición del bestseller a partir de los ochenta. El autor refleja un objetivo pesimismo ante tales cuestiones. Cuanto se dice de la televisión privada en México puede aplicarse a muchos otros países. El sexo como transgresión arranca de Rimbaud y Wilde y utiliza la obra, entre otras, del colombiano Porfírio BarbaJacob (1880-1940) para definir los orígenes de la disidencia sexual en la literatura culta. Pasa por el feminismo -Alfonsina Storni-, por la invasión del rock. Pero los saltos atrás en la historia y en las formas de vida son constantes hasta la irrupción de la televisión en la vida familiar: "desde los años sesentas las transnacionales se encargan de tutelar la sociedades latinoamericanas". Los gustos estadounidenses unifican ya el tiempo del ocio. También en Europa, aunque Monsiváis evite comparaciones y mantenga su perspectiva crítica.