Image: Literatura infantil

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Novela

Literatura infantil

Mucho cuento

14 junio, 2000 02:00

Renacimiento. Sevilla, 1999. 61 páginas, 1.250 pesetas

Como Harry Potter, el niño que ha desbancado a Stephen King de los primeros puestos de las listas de ventas, la literatura infantil está huérfana. Los suplementos literarios la ignoran, los libreros la olvidan y la televisión no le cede un minuto de su programación. A pesar de todo, la literatura infantil y juvenil es hoy un gran negocio editorial, especialmente en estas fechas, vísperas de vacaciones. Así lo confirman las nuevas colecciones de Alianza y Alfaguara o la incorporación de autores como Savater, Carmen Posadas, Bernardo Atxaga o Vázquez Montalbán a la difícil tarea de conquistar al lector más joven, con mucho, mucho cuento.

La falta de ayuda de los medios justifica que los niños vivan ajenos a su magia, al País de Oz de L. Frank Baum o a La Tierra Media de Tolkien, una tierra de la que están desterrados los héroes de Pokémon o Manga, y a la que se accede por un camino de letras cada vez menos transitado. Sin embargo, Harry Potter ha demostrado que los huérfanos también tienen derecho al éxito y ha irrumpido sin pudor en 30 millones de hogares, en 35 idiomas y 200 países.

En España, la editorial Emecé acaba de publicar la tercera entrega de la serie, Harry Potter y el prisionero de Azkaban, en la que el brujo sigue combatiendo la mediocridad de los "muggles" y la maldad de los "dementores". No obstante, y ahí reside el secreto de la serie, tras la apariencia mágica de Potter se esconde un huérfano que no resuelve sus problemas con un toque de varita sino con esfuerzo y entusiasmo, y que vive los dramas de la infancia como cualquier niño.

Un lugar en la estantería

Pero no nos equivoquemos. No todos los héroes infantiles tienen la suerte de Potter. Lejos de las pócimas, estas criaturas luchan porconservar un lugar en una estantería en la que miles de adversarios con camisetas chillonas intentan usurparles la atención de un niño acostumbrado a la televisión.

"Nuestra sociedad crea analfabetos de la imagen", afirma Antonio Ventura, editor de la sección juvenil de Anaya. "Vivimos en una Edad Media cultural e incluso el cine infantil que se produce ahora es peor que el de hace veinte años".

No obstante, los últimos datos manejados por la Federación de Gremios de Editores apuntan a un crecimiento del sector de la literatura infantil desde principios de los 90. En 1998 se editaron 10. 326 títulos (2.000 más que en 1997) y 54.019.864 ejemplares. Además, desde 1990 la cifra de facturación ha aumentado en un 20% con marcadas oscilaciones.

Con respecto a las ventas, sólo los libros apoyados por un fuerte grupo mediático, como es el caso de Manolito Gafotas, de Elvira Lindo (editado por Alfaguara, protagonista de las mañanas de la SER los fines de semana y de una película), encuentran el espacio imprescindible para llegar a los niños. De los seis títulos de la serie se han vendido más de un millón de ejemplares. Las pesadillas de R. L. Stine (Ediciones B), que cuentan con una versión televisiva, han protagonizado otra de las modas más sonadas de los últimos años. A ningún niño le han pasado inadvertidas las aventuras de la Profesora bestial o los sobresaltos de Un día en Horrorlandia. El catálogo de la editorial ofrece 1.200 títulos de literatura infantil, un 40% de la producción total.

El saltamontes, de Ana María Matute, que inauguró la colección de Lúmen, es uno de los libros más vendidos de su catálogo (más de 100.000 ejemplares). Ni El cuento de navidad de Dickens (50.000 ejemplares), ni Nadarin y Frederik de Leo Lonin (70.000 ejemplares) superan a la veterana autora. Anaya, que edita mil títulos anuales de literatura infantil y juvenil (frente a los 12.000 para adultos), superó sus expectativas con Y decirte una estupidez, por ejemplo te quiero, de Martín Casariego (80.000 ejemplares) y con Mi primer libro de poemas (60.000 ejemplares).

"Tras el famoso boom de los 80, el mercado infantil se está normalizando con la consolidación de colecciones y autores", explica el escritor Alfredo Gómez Cerda. Sin embargo, también existen unas consecuencias de esta globalización. La mayoría de las editoriales priman la cuenta de resultados sobre la creatividad y la carrera por vender se ha convertido en un desfile de disfraces en el que el espectáculo sustituye a la literatura.

Libros de buena calidad

Para Jorge Riego, responsable de programas como La mandrágora o La aventura del saber, "A los niños hay que darles buena literatura y no bajar el nivel de los textos basándose en las encuestas que apuntan a que su nivel de comprensión ha disminuido respecto a años atrás". De la misma opinión es la autora Concha López Narváez, para la que "la buena literatura infantil debe decir algo y hacerlo lo mejor posible, con corrección".

Al mercado, sin embargo, el cuento que más le gusta es el que más vende, "los monigotes, los colorines y el espectáculo con poco fondo", explica Ester Rubio, editora de Kókinos. "El mayor problema es que se produce demasiado", añade Vicente Ferrer, editor de Media Vaca, uno de los sellos más valientes y creativos. "El mercado está saturado, se anteponen las colecciones a los autores y se prefiere comprar un best-seller internacional. Además, la ilustración se relega a uns segundo plano".

Frente a esta fiebre de las ventas rápidas, un grupo de editoriales pequeñas se ha consolidado a lo largo de los años a través de una oferta de mayor calidad. Esto ha permi- tido que el álbum ilustrado, el gran perjudicado del abaratamiento del mercado, vuelva a resurgir. "Es un cuento ilustrado, sin intención, que intenta inculcar el placer de leer por leer", explica Marta Anson, propietaria de "La mar de letras". "Un álbum funciona si tiene una buena historia y una buena ilustración. Si ambas cosas no van juntas, algo falla", añade Pepe Morán, especialista en literatura infantil y juvenil.

Sin embargo, al ser el álbum ilustrado una combinación entre literatura y arte, sus costes de producción son muy altos por lo que "es dificilísimo venderlo en España", se queja Gómez Cerda, quien tuvo que recurrir al mercado mexicano para distribuir La princesa y el pirata (FCE). Para que un álbum funcione económicamente se deben vender entre 2.000 y 5.000 ejemplares. "En Media Vaca tiramos unos 2.000 ejemplares de cada título, que vendemos sin prisas", comenta Vicente Ferrer.

A los problemas que encuentran autores y editores se suma la falta de información en los suplementos literarios y otros medios. Por otra parte, son pocas las librerías que incluyen una buena sección infantil y muchas menos las especializadas en la materia. Tanto la responsable de "Mar de letras" como Pep Durán, el prestigioso librero catalán, coinciden en que "los padres que acuden a la librería están muy desorientados acerca de la calidad del libro, de su nivel literario". Por ello, explica Durán, "el librero tiene la responsabilidad de suplir esta falta de información con un criterio propio que se habrá formado a través de tertulias, charlas, publicaciones especializadas..."

Escolarización de la literatura

Por desgracia, son muchos los padres que prefieren las grandes superficies a la librería especializada y el libro "espectáculo" al cuidado álbum ilustrado. Por ello, las lecturas de los niños se reducen a "lo que les mandan los profesores y lo que dictan las modas, lo que conduce a la inevitable escolarización de la literatura", explica Ventura.

Para Gómez Cerda "las selecciones de los maestros actúan como una censura sobre las editoriales que buscan, ante todo, que los libros sean políticamente correctos". Además, recuerda Maite Antona, directora de la revista Megatrix, "el niño ve la lectura como una continuación de su actividad escolar, tomándola como una obligación más que como un placer".

La insuficiencia de las iniciativas públicas para el fomento de la lectura es una realidad que a nadie se le escapa. "Las Bibliotecas públicas españolas son las peor dotadas y las menos visitadas de Europa y ninguna de las ayudas que se ofrecen van dirigidas a las publicaciones o catálogos", recuerda Pepe Morán. Antonio Ventura, por su parte, opina que "debería haber un proyecto riguroso a nivel público, con la implantación de bibliotecas escolares con un bibliotecario maestro que orientase a los niños".

La realidad asusta: cada vez se lee menos y peor; la literatura infantil no cuenta con medios para darse a conocer; los editores se quejan del coste económico que supone publicar álbumes ilustrados y los libreros de que los libros les llegan de manera indiscriminada, sin referencias, lo que dificulta su labor de promoción. Los ilustradores huyen al extranjero donde los suplementos sí que dedican páginas a la literatura infantil. Y los autores se refugian en el criterio de unos pocos editores que aprovechan los huecos del mercado con inteligencia y buen gusto.

"Resistir hoy es no aceptar que la literatura se convierta en otro bien de consumo o, por lo menos, que el mercado y el consumo no sean su punto de partida y justificación", afirma la escritora brasileña Ana María Machado, ganadora de la última edición del premio Andersen, el Nobel de la literatura infantil. Un reto difícil teniendo en cuenta que los niños son las primeras y más indefensas víctimas del bombardeo publicitario y que ni los padres, ni los educadores, ni los organismos públicos se toman suficientemente en serio que el lector se esté convirtiendo en una especie en extinción.

LIBRERíAS ESPECIALIZADAS

La mar de letras. c/ Santiago, 18. Madrid. Tel: 9 1.541.71.09

Nebli. c/ Serrano, 80. Madrid. Tel: 91.435.47.21

Petit Princep. c/ Consell del Cent, 266. Barcelona. Tel: 93.454.88.20

L"amic imaginari. c/ Mayor, 25. Barcelona. Tel: 93.589. 36. 22

Arenas. c/ Cantón grande, 21. La Coruña. Tel: 981.22.24.42

La luna nueva. c/ Caballeros, 36. Jerez de la Frontera, Cádiz. Tel: 956. 33.17.79

Rondalles. c/ Alcalde Costa, 5. Lérida. Tel: 976.26.71.04

Víctor Jara. c/ Meléndez, 21. Salamanca. Tel: 923.26.12.28

Escarabajal. c/ Mayor, 26. Murcia. Tel: 968.50.14.89

Cervantes. c/ Dr. Casal, 3 y 9. Oviedo. Tel: 985.21.24.55