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Cómplices de ciudad
Robert Saladrigas
21 junio, 2000 02:00De esta situación y de este espacio -que es el de la ciudad de Barcelona- brotan los personajes que pueblan estas páginas. Casi todos ellos están marcados por la soledad, oprimidos por la indiferencia ajena y la falta de horizontes. El deseo irreprimible de huir de la realidad aplastante y mortecina caracteriza al anciano de "Puerta de límites", recluido en un asilo tras haber sido rechazado por su mujer y sus hijos. Una soledad análoga padece, aunque por otros motivos, Lia Escofet en "Una historia de pasos perdidos", y también la conmovedora anciana de "El espíritu de las alas", empeñada en proteger a las palomas de una plaza contra la batida de una brigada municipal. Todos ellos han perdido algo esencial en sus vidas y se aferran a un recuerdo, a cualquier leve esperanza para sobrevivir. Muchos de estos personajes arrastran, con su soledad, oscuros secretos y frustraciones -es lo que sucede en "Murió porque no quería nacer" o en "¡Te mataré!"-, o bien construyen su vida sobre una ficción, sobre una moderna y pobre idolatría, como hace el detective privado del relato "Alf Manz", un tipo tal vez demasiado candoroso a su edad para resultar verosímil.
La técnica narrativa permite que algunos de estos relatos queden sin desenlace, deliberadamente truncada la historia, que el lector puede continuar imaginativamente o dejar en suspenso, como tantos sucesos de la realidad cotidiana que sólo llegamos a conocer de manera incompleta. Es imposible saber -pero no resulta difícil imaginarlo- cómo concluirá la relación entre los personajes de "Idilio de apátridas", condicionados por la hosquedad y la intolerancia del mundo circundante. Muchas cuestiones quedan en el aire, meramente sugeridas, convertidas en interrogaciones. ¿Constituye Arturo Ubach, a juzgar por su misteriosa desaparición y por los acontecimientos posteriores, una premonición ominosa del futuro que aguarda a Lia Escofet?¿Decidió el viejo Coloma la desaparición del inmigrante Ofeyi en "A mil millas de ninguna parte"?¿Pondrá fin a su vida en el túnel del metro el anciano innominado de "Puerta de límites"? Una de las ventajas de la narración corta, cuando se halla bien planteada, es que deja mucho espacio para la sugerencia, muchos huecos o elipsis que exigen la participación del lector, y algunos de los cuentos de Saladrigas aprovechan eficazmente esta posibilidad. No todos poseen el mismo valor, naturalmente, y algunos, como "Contagio" o "El espíritu en las alas", destacan sobre los demás. En otros casos es notable la dosificación de los elementos narrativos, aunque el desenlace resulta desvaído, como en "La distancia de aquellos ojos tímidos".
La prosa es más eficaz que brillante, y sólo habría que reprocharle la caída en algunos giros de moda -pero no por ello recomendables-, como el uso de "geografía" por "espacio" ("cualquier paraje de la geografía urbana", pág. 14) o de alguna enrevesada construcción de estirpe anglómana, como "la práctica totalidad de su biografía" (pág. 25), que ocupa indebidamente el lugar de algo tan simple como "casi toda su biografía". El retorcimiento no es siempre el mejor aval estilístico.