Image: Cómplices de ciudad

Image: Cómplices de ciudad

Novela

Cómplices de ciudad

Robert Saladrigas

21 junio, 2000 02:00

Alafaguara. Masdrid, 2000, 224 páginas, 2300 pesetas

Para esta nueva entrega de su obra narrativa, Robert Saladrigas (Barcelona, 1940) ha reunido una docena de relatos compuestos a lo largo de varios años y que, sin embargo, una vez dispuestos y ordenados en la estructura final del volumen, dejan entrever, junto a múltiples motivos comunes, la visión unitaria que los preside. Dividido en tres partes, el libro reserva la primera y la tercera, a modo de apertura y cierre, para dos cuentos brevísimos que enmarcan así los otros diez, más extensos, que constituyen la segunda parte, el cuerpo de la obra. En el relato inicial -"El hombre de las palomas"- se evoca a un curioso individuo que transporta palomas amaestradas con las que realiza exhibiciones en cualquier plaza pública, hasta que "la vieja ciudad experimentó los primeros síntomas de indiferencia y materialismo galopante que al fin alteraría su carácter" (pág. 16). Desde entonces -anota el narrador- el hombre de las palomas desapareció, y en la ciudad, "asolada por la plaga que ha cambiado su fisonomía bajo el impulso de la modernidad, únicamente viven palomas salvajes". En el brevísimo cuento de cierre que forma la tercera parte, la presencia de un lobo negro en un cruce de peatones crea temor y suspicacia en los viandantes, que se apartan de él y lo aíslan a pesar de la actitud pacífica del animal. Entre ambos relatos se encuentran los demás, en ese tiempo caracterizado por la degradación del espacio urbano y del clima social a que se refieren nítidamente las dos narraciones que limitan el volumen. La solidaridad, el interés por el prójimo y el sentimiento de que la vida es una empresa que debe compartirse han dejado paso a un ambiente de suspicacias y recelos, de egoísmo y de indiferencia, que conduce al ser humano hacia el aislamiento y el encierro en sí mismo.

De esta situación y de este espacio -que es el de la ciudad de Barcelona- brotan los personajes que pueblan estas páginas. Casi todos ellos están marcados por la soledad, oprimidos por la indiferencia ajena y la falta de horizontes. El deseo irreprimible de huir de la realidad aplastante y mortecina caracteriza al anciano de "Puerta de límites", recluido en un asilo tras haber sido rechazado por su mujer y sus hijos. Una soledad análoga padece, aunque por otros motivos, Lia Escofet en "Una historia de pasos perdidos", y también la conmovedora anciana de "El espíritu de las alas", empeñada en proteger a las palomas de una plaza contra la batida de una brigada municipal. Todos ellos han perdido algo esencial en sus vidas y se aferran a un recuerdo, a cualquier leve esperanza para sobrevivir. Muchos de estos personajes arrastran, con su soledad, oscuros secretos y frustraciones -es lo que sucede en "Murió porque no quería nacer" o en "¡Te mataré!"-, o bien construyen su vida sobre una ficción, sobre una moderna y pobre idolatría, como hace el detective privado del relato "Alf Manz", un tipo tal vez demasiado candoroso a su edad para resultar verosímil.

La técnica narrativa permite que algunos de estos relatos queden sin desenlace, deliberadamente truncada la historia, que el lector puede continuar imaginativamente o dejar en suspenso, como tantos sucesos de la realidad cotidiana que sólo llegamos a conocer de manera incompleta. Es imposible saber -pero no resulta difícil imaginarlo- cómo concluirá la relación entre los personajes de "Idilio de apátridas", condicionados por la hosquedad y la intolerancia del mundo circundante. Muchas cuestiones quedan en el aire, meramente sugeridas, convertidas en interrogaciones. ¿Constituye Arturo Ubach, a juzgar por su misteriosa desaparición y por los acontecimientos posteriores, una premonición ominosa del futuro que aguarda a Lia Escofet?¿Decidió el viejo Coloma la desaparición del inmigrante Ofeyi en "A mil millas de ninguna parte"?¿Pondrá fin a su vida en el túnel del metro el anciano innominado de "Puerta de límites"? Una de las ventajas de la narración corta, cuando se halla bien planteada, es que deja mucho espacio para la sugerencia, muchos huecos o elipsis que exigen la participación del lector, y algunos de los cuentos de Saladrigas aprovechan eficazmente esta posibilidad. No todos poseen el mismo valor, naturalmente, y algunos, como "Contagio" o "El espíritu en las alas", destacan sobre los demás. En otros casos es notable la dosificación de los elementos narrativos, aunque el desenlace resulta desvaído, como en "La distancia de aquellos ojos tímidos".

La prosa es más eficaz que brillante, y sólo habría que reprocharle la caída en algunos giros de moda -pero no por ello recomendables-, como el uso de "geografía" por "espacio" ("cualquier paraje de la geografía urbana", pág. 14) o de alguna enrevesada construcción de estirpe anglómana, como "la práctica totalidad de su biografía" (pág. 25), que ocupa indebidamente el lugar de algo tan simple como "casi toda su biografía". El retorcimiento no es siempre el mejor aval estilístico.