Esta edición de la primera novela de Azorín es, en realidad, un libro del prologuista. Sólo así se explica que las apenas cincuenta páginas del relato azoriniano se hayan convertido en más de doscientas cincuenta. La tesis central de Francisco José Martín resulta bastante discutible, pero ello no le quita valor a sus interpretaciones de la crisis del fin de siglo ni disminuye la sutileza de sus análisis del Diario de un enfermo, ese elusivo autorretrato. Para el prologuista no hay que confundir al escritor que firmaba J. Martínez Ruiz con el que utiliza el pseudónimo de Azorín, aunque en la vida civil fueran la misma persona. Llega incluso a hablar de usurpación para referirse al hecho de que las obras más características de Martínez Ruiz fueran luego reeditadas bajo el nombre de Azorín. Diario de un enfermo (1901) puede leerse cómodamente en el primer tomo de las Obras escogidas publicadas por Espasa, y es que esta puntillosa y enciclopédica edición no se dirige a los admiradores de Azorín, sino a sus estudiosos.