Image: El sigilo de la lluvia

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Novela

El sigilo de la lluvia

Francisco Ramírez Viu

25 octubre, 2000 02:00

Premio Francisco Umbral de Novela. Zócalo. Zaragoza, 2000. 211 páginas

Es este un libro logrado en su composición, en la forma de conducirnos por ese complejo mosaico de estados de ánimo que empuja al protagonista a encontrar un cauce para sus anhelos

Escribiendo sobre la experiencia de leer distinguía C. S. Lewis los buenos libros de los malos: aquellos que permiten y proponen, o incluso imponen, una buena lectura. Y no es gratuito este arranque porque va destinado al libro de un joven autor que cuenta con otras dos novelas y que podía haberse conformado con engrosar la lista de novelas que abordan historias mínimas de jóvenes cuyas andanzas se encuadran entre los embates de la gran ciudad.

Pues bien, éste es uno de esos libros que con recortes de un paisaje urbano de fondo y fragmentos de la vida de cinco personajes, permite asistir a un relato franco y honesto, de estados de ánimo, de impresiones ambiguas y sugerentes. De las formas que asume la incertidumbre y el desconsuelo. Eso proponen sus páginas. Y a este acierto se suma un procedimiento narrativo aparentemente sencillo y por eso mismo arriesgado, porque contiene propuestas que van más allá de la historia compuesta por trama y diálogos. Su título, El sigilo de la lluvia, es un indicador del talante que el autor, Francisco Ramírez Viu (Las Palmas, 1968), pretende con lo que escribe: conducir un argumento en el que no hay desarrollo dramático sino incidentes entreverados, dirigidos hacia la descripción de un instante intenso y poético en el que el cuerpo de lo narrado cobra sentido. La lluvia es el emblema poético que envuelve el ambiente, una presencia sugerida y necesaria para que desahogue la pesadumbre atmosférica que respira Madrid los últimos días de un agosto reciente. álvaro tiene que centrarse en un relato de encargo para una revista y reparte su tiempo entre el boceto de esa historia y su continua insatisfacción con Rosa, su novia. Y en esas estaba cuando irrumpe una llamada de teléfono, alguien que se ha equivocado; no se llama Luna pero quiere llamarse así.

Eso es, en realidad lo que les sucede a los cinco, protagonistas y testigos de lo que quiere contar la voz conductora del suceso, una voz llana y fluida que desde el comienzo se presenta como uno de ellos aunque propone que seamos los lectores quienes descubramos su identidad dentro de esa "lluviosa acuarela" de impresiones que se van contando. Algunas excesivamente tipificadas para ambientar los fines de trascendencia que persigue el libro, lo que no resta valía al sugerente conjunto, especialmente logrado en su composición, en la forma de conducirnos por ese complejo mosaico de estados de ánimo que empuja a álvaro a encontrar un cauce para sus anhelos y un final para su historia: su "hombre indomable" acabará de espaldas al caos en que se resume la ciudad.