Hincaíto
Juan Luis Cano
20 diciembre, 2000 01:00Rodeado de estas circunstancias, pero marcado por una que "le vino de niño", dejándole una pierna más corta que otra, el andar renqueante, y un imperfecto futuro de ambiciones taurinas brindando a una vecina con "fantasías teatreras", transcurre el relato de sus andanzas por los pueblos. Relato salpicado de humor y ternura, acotado por referencias esquemáticas -a lo que, dentro y fuera de España ilustra el contexto social y político de esa época- pero acordes con las intenciones de una trama humana y testimonial que cumple con el sentido de esa perspectiva del "chico" que crece ajeno a otros regates que no sean "lidiar" con todo lo que contaría sus "sueños". Y es que éstos tuvieron que ceder ante la única oferta de servir a un torero "cómico y de mojiganga"; no por carecer de facultades sino porque sus faenas remataban con una caída que le dejaba "hincaíto" en la arena y sin poder levantarse. Frente a esa postura la respuesta de una realidad poco dispuesta a echarle un capote. Frente a su sueño ese apodo que rotula su futuro.