Novela

Las islas pensativas

J. M. Benítez Ariza

21 febrero, 2001 01:00

Pre-Textos. Madrid, 2000 184 páginas, 2500 pesetas

U n poema de Kipling ("The Broken Men") inspira la idea de esta segunda novela de Benítez Ariza (Cádiz, 1963), autor de un interesante dechado de libros: una solvente obra poética (con títulos como Cuento de invierno o Los extraños), varios libros de relatos y un volumen de escritos sobre cine (La vida imaginaria). Es además colaborador de prensa y traductor de literatura inglesa. Un fondo suficientemente sólido como para que de él beban las diferentes facetas en las que se proyectan sus intereses creadores; por eso a esta idea de narrar una trama de vicistudes humanas que no conciernen "al terreno de los hechos" sino a otro "más resbaladizo" -que tiene que ver con "hombres rotos" o individuos insatisfechos en busca de anhelos quebradizos, de tesoros imaginarios- se suma la de rendir homenaje a un imprescindible de la literatura universal: La isla del Tesoro.

Sobre esos dos cabos y sirviéndose del recurso cinematográfico de la cámara subjetiva encuadrando acciones que narran, sobre todo, impresiones, construye el sentido de un argumento más logrado en sus intenciones que en el desa-rrollo de la historia resultante. ésta se centra en una pequeña localidad, en un joven inquieto pero de vida estancada, que vive afincado en la rutina de su trabajo de camarero, el estudio y un afecto seguro, y pocas veces ha salido de la exigua realidad que le rodea. Un día la casualidad le propicia el encuentro con el libro que alguien ha perdido, ojea la identidad de su dueña y se deja arrastrar hacia un juego que inician un hombre y una mujer que "se buscan siguiendo el rastro de libros perdidos". A él se abandona seducido por el misterio que en su afán de emociones nuevas despierta la idea de aventurarse en otras vidas, en una "expedición" que promete la realidad de las fantasías de cada uno. Promesa que no le conduce a ningún tesoro. O sí: a desenterrar emociones que ya le pertenecían antes de esa aventura a ninguna parte.