Image: Papeles de prenunbra

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Novela

Papeles de prenunbra

Fernando Palazuelos

7 marzo, 2001 01:00

Lengua de Trapo. Madrid, 2001. 221 páginas, 2.450 pesetas

Palazuelos ha escrito un relato complejo de idea pero claro de apariencia que nos anuncia a uno de nuestros narradores jóvenes más valiosos

En uno de sus extremos, la última novela española se inclina a un descarado consumismo. Por fortuna, esa tendencia se compensa con la actitud de algunos narradores que se entregan sin reservas a los requisitos de la literatura exigente, y con la apuesta de algunos editores que se arriesgan sin perseguir el lucro inmediato a cualquier precio. Fernando Palazuelos es de esa clase de escritores serios y ha tenido la suerte de contar con el apoyo de una editorial joven y valiente. En ella ha dado ya dos muestras de un tipo de narración difícil, aunque no tanto que no pueda seguirla un buen lector habitual. La dificultad no radica en caprichos experimentales. Se debe sólo al gusto de Palazuelos por unos temas nada frívolos y a su desarrollo mediante una perspectiva culturalista que elude las concesiones simplificadoras.

Estos rasgos estaban en la primera novela de este todavía joven autor bilbaíno, La trastienda azul, reflexión sobre la marginalidad social y el arte emplazada en la época auroral del impresionismo. Su nueva obra, Papeles de penumbra, supone un cambio hacia una problemática más individualista que prima los conflictos emocionales y los trastornos psicológicos. Para ello monta un relato complejo en su ideación pero claro en su apariencia. Un tal Patricio es tratado durante mucho tiempo por un psiquiatra, Carlos, que se ve enredado en los traumas de su paciente. Esta línea principal incide en el trabajo de un "Grupo investigador" que disecciona con recursos un tanto futuristas el conjunto de problemas que afectan a Patricio y los vínculos con su terapeuta. Sale así un relato perspectivista basado en el manejo de numerosos materiales, desde notas sobre comportamientos o reacciones hasta escritos confesionales.

De este enfoque surge una minuciosa introspección en un ser atribulado, y un atractivo comentario de los complicados caminos para indagar en las raíces del espíritu. Patricio encarna un conflicto intemporal, el "heroísmo de sobrevivir al desastre y al infortunio", que, a ojos de su médico, adquiere el valor de una alegoría. La novela se explaya en las causas y las manifestaciones de esa problemática existencial y, a su desenlace, ofrece un cierto sentido de la vida: Carlos se despereza de la rutina aletargante, y Patricio, libre tras unos días de retención preventiva, muestra un estado de equilibrio que sirve para plantear el desafío último del libro. éste consiste en afirmar la felicidad del puro hecho de vivir, y en constatar la grandeza de la existencia siendo conscientes, eso sí, de lo poco que somos.

Palazuelos adopta un tipo de relato conveniente a la densidad de su asunto y de su trama. Trata de la propia mecánica de la psicoterapia y utiliza incluso su jerga. Las anécdotas particulares apuntan a una construcción simbólica. La narración adopta a veces un tono poemático, se apoya en metáforas y son bastante frecuentes las comparaciones. El léxico no teme las voces no coloquiales. Todo ello da a Papeles de penumbra un aire especulativo un poco desmedido, al igual que resulta exagerada la tendencia a magnificar la personalidad y los problemas de los personajes. Pero son reparos comprensibles ante un libro que ha de verse como un jalón de una obra todavía en sus inicios. Esta obra, ya bastante más que una vaga promesa de futuro, anuncia que Palazuelos puede convertirse en uno de nuestros nuevos narradores más valiosos. Está a su alcance de seguir en esta línea de trabajo, pero depurando lo novelesco de elementos accesorios.