Es ésta la primera ocasión en que la editorial Destino decide reunir en el premio Nadal a novelistas y guionistas de cine. O lo que es lo mismo, decide rendirse a la evidencia de que éste es el tiempo de la narración y del lenguaje audiovisual. Porque es obligado reconocer que nunca como en los últimos años el texto y las imágenes se han necesitado tanto. Quizá este premio busca apoyar y empujar tal interés enfocando directamente su objetivo hacia ese género siempre menor, por vivir a caballo entre la literatura y el cine.

La obra galardonada, "una novela a cuatro manos", pertenece a dos mujeres que ya han probado fortuna en conocidos guiones del cine y la televisión: Yolanda G. Serrano y Verónica Fernández. De sus andanzas y de la experiencia de ambas se alimenta el motor de esta enloquecida comedia urbana narrada como una original versión de los relatos epistolares. Todo cuanto sucede lo leemos en un constante ir y venir de cartas entre Madrid y La Habana, de llamadas de teléfono registradas en contestadores y buzones de voz, de notas en puertas y buzones. Empezó Eva, una guionista que está en Cuba intentando "quitarse de encima el recuerdo de Fernando" mientras rueda un documental sobre la isla. Pero su carta no la recibe su destinatario, sino otro que no dudará en hacerse pasar por él. Así surge el equívoco y, al aire de éste, un enredo en el que se van retratando, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, unidos por las más variopintas situaciones de una trama que parodia el ajetreo de las relaciones vividas sin otro sentido que el de restarse uno para sumar dos.

El resultado ofrece diversión y entretenimiento. Pero esa buena muestra de ingenio, agilidad y frescura ganaría al servicio de nuevas ideas, de planteamientos trazados sobre el recurso de la sutileza, de alguna emboscada que además de la risa desatara sorpresas.