El cielo de de cemento
Luis Veres
18 abril, 2001 02:00A medida que esta novela valiosa y valiente avanza, gana en sus mejores cualidades de intensidad y dramatismo
El cielo de cemento es un expresivo título con doble significado que designa ese cielo plomizo de nuestros paisajes norteños, y, en una dimensión más profunda, alude al cielo omnipresente que domina y asfixia la existencia de quienes viven bajo el peso insoportable del miedo y la impotencia ante la irracional presencia cotidiana de la extorsión y la muerte. De ello ha dado cuenta Guerra Garrido en alguna de sus novelas, por ejemplo en La carta (1990) o en Tantos inocentes (1996). Como aquella, El cielo... también arranca con una carta: la que recibe el profesor de literatura Roberto Bránessen para comunicarle su contratación en un colegio de Sagaos. A partir de aquí, conducida por un narrador omnisciente que exhibe su conocimiento de los hechos por encima de los personajes, la narración integra experiencias del pasado del protagonista con sucesos que se precipitan en una cadena de terror. De esta forma se rememoran decepciones amorosas y sentimientos de extrañeza del joven Bránessen en una tierra que no lo acepta porque no es de allí ni habla su lengua. Su evocación surge al calor de los terribles acontecimientos que ahora se desencadenan en Sagaos, con la reaparición de un antiguo compañero convertido en brazo armado de la Organización terrorista. El nexo entre ambos empieza por sus distintas marcas familiares ante las tesis del nacionalismo, continúa en su relación con las mismas mujeres, y llega hasta su opuesta situación ante el terrorismo e incluso ante la vida. Por eso, por reiteración y contraste de conceptos, la novela se complace en una retórica de la recurrencia que resalta las ideas que se trasmiten mediante la anáfora o las anuda por medio del polisíndeton. Quizás haya algo de retoricismo en algunas páginas. Pero a medida que el relato avanza gana en sus mejores cualidades de intensidad y dramatismo. Cualquier asomo de maniqueísmo queda descartado ya desde la dedicatoria de esta novela valiosa por su actitud moral y sus innegables cualidades literarias.