Fiebre
JOSEFINA R. ALDECOA
18 abril, 2001 02:00Esos dos cuentos largos constituyen sendas muestras de la narrativa realista de la Generación del Medio Siglo. Abordan experiencias en la vida cotidiana de niños y adolescentes en tiempos difíciles de nuestra historia: en El puente roto germina el mundo que se desarrollará en la trilogía encabezada por Historia de una maestra; se presenta el puente destruido durante la huelga de 1934 en un pueblo minero leonés como una metáfora de la confrontación de las dos Españas, todo ello considerado desde la perspectiva inocente de la infancia. Ya en la posguerra, Los viejos domingos descubre el despertar de la adolescencia al amor entre convencionalismos de época y tenues vislumbres de sana libertad.
Todos los cuentos de la primera parte tratan temas comunes centrados en la vida de la mujer en la sociedad de nuestro tiempo. Los ocho primeros son independientes, mientras que en los cuatro siguientes la autora recupera el personaje de Julia, procedente de su novela La enredadera (1984), quien, pasados algunos años, se reencuentra con su amiga Cecilia y entre ambas confrontan sus destinos. Los doce cuentos abordan situaciones y problemas de la mujer en diaria lucha por la vida. Exponen fragmentos de vidas en una encrucijada existencial, sin más sorpresas ni revelaciones que las derivadas de la común sensación de fracaso por soledad, incomprensión e incomunicación. Las protagonistas suelen ser mujeres ya cerca de los cincuenta que, separadas o entregadas a su familia, comprenden y aceptan, con escepticismo e ironía, que su vida se ha ido consumiendo "siempre anclada en una adolescencia sin resolver, en una independencia imposible". Por todo ello Fiebre nos ofrece una buena muestra de temas y formas en la narrativa corta española de diferentes épocas.