Image: México: Juan Rulfo, fotógrafo

Image: México: Juan Rulfo, fotógrafo

Novela

México: Juan Rulfo, fotógrafo

CARLOS FUENTES ET ALII

13 junio, 2001 02:00

Ed. Lunwerg. Barcelona, 2001. 221 páginas, 4.850 pesetas

Las fotografías de Rulfo exploran, en primer lugar, lo que constituye el eje básico de su temática literaria, la reflexión en torno a la realidad del desaliento mexicano

No está muy claro si Juan Rulfo nació en 1918 o en 1917. Lo cierto es que murió en México D. F. el año 1986 tras haber alcanzado la gloria literaria con los relatos de El llano en llamas (1953) y la novela Pedro Páramo (1955). Como señalan sus biografías, pertenecía a una familia acomodada que perdió sus bienes durante la Revolución Mexicana. Terminados sus estudios, ejerció diferentes trabajos, empleos administrativos y fue guionista de cine y televisión, hasta que en 1962 pasó a desempeñar un cargo en el Instituto Indigenista de México.

El volumen que nos ocupa es el catálogo de la exposición México: Juan Rulfo, fotógrafo que puede verse hasta el 25 de junio en el Palau de la Virreina de Barcelona. La cuidada edición del catálogo, debida a Lunwerg, especialista de reconocida solvencia en la edición de libros de fotografía, y su probada capacidad de distribución, convierten en libro con vocación de duración lo que de otro modo se hubiera quedado en mero testimonio, algo por desgracia frecuente con el catálogo de tantas exposiciones.

Juan Rulfo empezó a fotografiar por pura afición en los años 30. Desde entonces se interesó por la grandeza del paisaje mexicano. Su trabajo como corredor de comercio le dio la oportunidad de recorrer el país y de tomar muchas instantáneas.

Aunque la fotografía fue siempre importante para Rulfo, como lo atestiguan estas fotos, fue el suyo un arte escondido que compartió, por otro lado, con la filmación cinematográfica. A partir de 1960 se ocupó más del cine y escribió varios guiones para películas como El gallo de oro y La Escondida, esta última dirigida por él. En 1980 el Instituto Nacional de Bellas Artes de México organizó una exposición de su obra fotográfica. Un año después de su muerte, en 1987, el Ateneo de Madrid le rindió un homenaje en el que se incluyeron varias de sus tomas. Su legado se conserva en la Fundación Juan Rulfo de México cuyo director, Víctor Jiménez, en un interesante texto relaciona la obra de Rulfo con la de Edward Weston y Tina Modotti.

Las fotografías de Rulfo exploran, en primer lugar, lo que constituye el eje básico de su temática literaria, la reflexión en torno a la realidad del desaliento mexicano. Aunque se mostró siempre muy reacio a dar explicaciones de su obra, parece evidente que la devastación humana y geográfica de Jalisco, la provincia de la que eran originarios él y su familia influyó en su manera de ver el mundo. La infancia de Rulfo transcurrió durante la Guerra de los Cristeros. Varios de sus parientes murieron asesinados. En sus fotos se transparenta su preocupación por la vida rural mexicana. La óptica de su cámara transmite al negativo culpa, fatalismo, desesperación y degradación humana. Al mismo tiempo le interesa la fotografía de arquitectura y en ella, en las tomas de conventos o edificios construidos por los españoles del descubrimiento de América, hay una crítica a la colonización. Rulfo no escapa a un indigenismo, lleno de miopía, que ve en España el origen de todos los males mexicanos.

Se ha organizado este bello y cuidado volumen con seis artículos que enmarcan las más de 150 fotografías de Rulfo. El primer texto es de Carlos Fuentes, gran aficionado a la fotografía -sobre todo a través de un hijo fotógrafo-, para quien Pedro Páramo es "la mejor novela mexicana de todos los tiempos". Margo Glantz y Jorge Alberto Lozoya evocan lo cuidado y artesanal del mensaje de Rulfo. Eduardo Rivero expresa su admiración, compartida por todos, por la capacidad del escritor y fotógrafo para deslindar matices. Por último -ya hemos mencionado la contribución de Víctor Jiménez- Erika Billeter sitúa el trabajo fotográfico de Rulfo entre los de álvarez Bravo, Man Ray y Edward Weston.

Manuel álvarez Bravo, el gran fotógrafo mexicano, tomó infinidad de excelentes fotos a lo largo y ancho de México en los años 30 y estuvo también influido por Weston, a quién conocía y admiraba. álvarez Bravo fue igualmente seducido por la cámara de cine. En todo caso, parece evidente que existe un juego de influencias en las fotos de Rulfo que muestra las interdependencias de la cultura mexicana no sólo por lo que se refiere a lo que se hace en esos años dentro del país como en relación con las corrientes norteamericanas y europeas. Es evidente que figuras tan omnipresentes como Diego Rivera dejan también un inevitable poso en Rulfo.
En todo caso la obra fotográfica de Rulfo muestra México a través de un juego de luces que se ve siempre acompañado de un enorme talento para los encuadres. El resultado de su excepcional habilidad y talento produce una visión en la que los sentidos se ejercen entre el gozo y el sufrimiento y la reflexión se hace inevitable.