Novela

Grande como una tumba

Antonio Álamo

25 julio, 2001 02:00

Cajaespaña, 2001.33 págs.

Estamos en 1640 y el conde-duque de Olivares entra en su ocaso. Es el momento que el dramaturgo -y narrador- Antonio álamo (Córdoba, 1964) elige para escribir Grande como una tumba, que obtuvo el premio Caja España de teatro breve el pasado año. álamo pertenece, junto a José Ramón Fernández (62), Yolanda Pallín (65) y Juan Mayorga (65), a un grupo de autores que, dentro de la última promoción de dramaturgos, escribe teatro histórico. No ha sido idéntica su perspectiva, pero sí les ha unido la libertad con la que han abordado sus proyectos. Aportación al teatro de autores, como Sinisterra, de la oleada precedente -la de la Transición-, que se beneficia del fin de la censura en 1979.

álamo, en Grande como una tumba, nos muestra a Olivares con Felipe IV tras la sublevación de Cataluña y Portugal. Su obsesión por las imágenes le lleva a construir tres escenas con gran valor icónico. Olivares con sus gallinas, a las que pone nombres de cortesanos. La reina Isabel advierte al rey del estado crítico del valido. Y Olivares, en el dormitorio real -cama, crucifijo y orinal a la vista-, pide a Felipe su relevo en la gobernación de España, o ir a combatir...

"¡Maldita sea España!", clama Olivares. "¡Basta de tanta comedia!", atajará el rey. Y ordena al valido que Veláquez le pinte el histórico retrato ecuestre. "Muchos hombres se han salvado del olvido gracias a una pintura genial", concluye Felipe, al tiempo que le ordena que vacíe su orinal. Olivares "bebe la orina", sale de la estancia, en la que el rey llorará y "se escucha un vómito". álamo es, sin duda, rotundo en su real irrealidad.