Grande como una tumba
Antonio Álamo
25 julio, 2001 02:00álamo, en Grande como una tumba, nos muestra a Olivares con Felipe IV tras la sublevación de Cataluña y Portugal. Su obsesión por las imágenes le lleva a construir tres escenas con gran valor icónico. Olivares con sus gallinas, a las que pone nombres de cortesanos. La reina Isabel advierte al rey del estado crítico del valido. Y Olivares, en el dormitorio real -cama, crucifijo y orinal a la vista-, pide a Felipe su relevo en la gobernación de España, o ir a combatir...
"¡Maldita sea España!", clama Olivares. "¡Basta de tanta comedia!", atajará el rey. Y ordena al valido que Veláquez le pinte el histórico retrato ecuestre. "Muchos hombres se han salvado del olvido gracias a una pintura genial", concluye Felipe, al tiempo que le ordena que vacíe su orinal. Olivares "bebe la orina", sale de la estancia, en la que el rey llorará y "se escucha un vómito". álamo es, sin duda, rotundo en su real irrealidad.