Image: Últimas noticias de nuestro mundo

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Novela

Últimas noticias de nuestro mundo

ALEJANDRO GÁNDARA

19 diciembre, 2001 01:00

Alejandro Gándara

Premio Herralde, 2001. Anagrama. Barcelona, 2001. 369 páginas, 2.500 pesetas

Durante años, los cultivadores de las novelas de espionaje encontraron en la guerra fría y en la pugna sorda entre dos grandes bloques políticos una despensa inagotable para extraer de ella sus historias. La caída del muro de Berlín y el desmembramiento de la antigua URSS no sólo dejó cesantes a numerosos profesores de ruso y de marxismo, antes materias de enseñanza obligatoria, sino también a una incontable nómina de espías profesionales, muchos de los cuales hubieron de buscar acomodo en otras tareas, lo mismo que les sucedió a escritores de mediano fuste cuya materia narrativa habitual perdió súbitamente actualidad. Claro está que los mejores supieron adaptarse a los nuevos tiempos, como John Le Carré. Si cito a este autor británico no es como simple ejemplo, sino porque su recuerdo, en el tono narrativo y en la configuración de algunas escenas, resulta inevitable al leer esta última novela de Alejandro Gándara (Santander, 1957) galardonada con el premio Herralde, que es también, como algunas de las últimas narraciones de Le Carré, un relato brumoso de antiguos espías que han perdido su razón de ser y tratan oscuramente de encontrar un nuevo sentido a su existencia o de restaurar en cierto modo el viejo orden perdido, variante funcional de lo que otras veces constituye el motivo literario de la infancia esfumada o feliz.

Es conveniente, por tanto, abordar la lectura de últimas noticias de nuestro mundo sin buscar con rigor en sus páginas los caracteres de una novela de espionaje, aunque posea algunos de sus ingredientes básicos y se desarrolle en escenarios diversos -Madrid, Moscú, Berlín, Jerusalén...—, porque la historia como tal es confusa, desvaída y llena de flecos. Los esfuerzos de un grupo de antiguos agentes de la Stasi para averiguar las causas de la muerte de uno de ellos, Karl Friedenthal, se diluyen en medio de referencias a antiguos hechos no explicados y a viejas relaciones cuyo fondo queda en penumbra, rodeado de alusiones oscuras a precedentes extratextuales. La realidad es que no parece haber misterio alguno, salvo el creado por personas cuya vida ha consistido en contemplar el mundo como un cuadro engañoso, como un turbio mar de crímenes, traiciones e intereses inconfesables. Más sugestivo es analizar en qué se han convertido esos individuos definitivamente apartados del escenario: la soledad radical de Walter Bauss, la difícil supervivencia de Ploschko, la incapacidad de Anja para adaptarse a una existencia normal en compañía de Juan y Marta, e incluso el descubrimiento de que la misma impresión de vida vacía y de horizonte gris se da también en personas ajenas a ese mundo, como Elisa Caño o Bedia. Los rasgos de introspección, el buceo en el interior de esos tipos, cuentan entre lo más valioso de la novela, lastrada, sin embargo, por el peso excesivo de los prolijos ingredientes genéricos y por la impresión que el lector recibe de asistir a un déjà vu, a algo filtrado y modelado por referencias literarias y no exactamente vivido, pese a que Gándara muestra cierta brillantez narrativa, tanto en episodios extensos -el seguimiento de Elisa o de Bedia- como en anécdotas breves, representadas por el caso de la historia que cuentan los Sotelo (páginas 83-84).

La prosa de Gándara, por lo general pulcra, no se libra de algunas afirmaciones con símiles arriesgados ("las caras tenían un aire de regreso vencido al hogar", pág. 26); hay alguna impropiedad semántica ("la llamó, pero la niña no la escuchó", pág. 28), algún uso poco recomendable (retomar por "responder", pág.72; "esfuerzo de cara a una gran pérdida de tiempo", pág. 64) y algún error elemental ("desandaron", pág. 141).

La novela de Gándara tiene nubes y claros, pero es un esfuerzo indudable por aclimatar entre nosotros, con dignidad literaria, un modelo de narración que no parece interesar a los escritores españoles dotados de ambición estética.