Novela

Shangai Baby

Wei Hui

22 mayo, 2002 02:00

Planeta, 2002. 272 páginas, 17 euros

Shanghai Baby, la fulgurante ópera prima de Wei Hui (Shanghai, 1972), viene precedida del escándalo: la aceptación de la peor parte de la globalización y el abuso del recurso a lo sexual le granjearon el rechazo -quema de ejemplares incluida- de las autoridades chinas. El agente literario de turno supo aprovechar la fuerza de esa censura política. Los medios de comunicación occidentales han terminado la faena de convertir otro texto mediocre y artificioso en un nuevo best-seller.

Desarrollado en capítulos cortos, con un estilo directo, se centra en la descripción de un triángulo amoroso. Al final de la lectura nos familiarizamos con unos personajes simples pero relativamente creíbles. Más allá de estas características, estamos ante la historia de la escritura de una novela. Desde este punto de vista no queda más remedio que hablar de una obra con pretensiones metaliterarias. En Shanghai Baby no ocurre nada, más que el hecho, demasiado explícito para ser interesante, de que el narrador-personaje está escribiendo una novela. Shanghai-Baby se convierte en una novela estanco: su principal defecto sería la falta de acción o, mejor, la inanidad y el infantilismo con la que está planteada.

En lo que tiene de novela de costumbres, Shanghai Baby podría ser quizá una obra a la medida de nuestro tiempo y obtener de ahí su valor de documento, por deprimente que sea, de una cultura americanizada que ha conseguido implantarse a escala planetaria. Avanzando por sus casi 300 páginas, atendiendo a semejante mal gusto, he recordado la redacción de esos folletos de propaganda turística en los que lo vulgar se enfatiza hasta la náusea.