La joven de la costa
Pramoedya Ananta Toer
19 junio, 2002 02:00Alejada del mar y la naturaleza que amaba, "un coral desprendido del arrecife" (pág. 180), abandonada a su suerte en la rica mansión nobiliaria, la protagonista sufre en lo más íntimo el dolor de la separación. Secuestrada de hecho en un mundo donde sigue vigente el sistema de satria o castas, la joven acaba cediendo ante la fuerza del destino y se inmola inútilmente al servicio marital de su fantasmagórico dueño.
En una atmósfera creciente de celos, injusticia y amenazas, en la cárcel que es siempre el matrimonio polígamo, la inhumanidad y el horror acechan detrás de los velos y las luces tamizadas de la innoble morada; con una sutil distancia, Ananta Toer rastrea la sinuosa mezcla de sensualidad y religión con la que se disimula la opresión en el seno de su tradicióncultural. La historia de su abuela se convierte simbólicamente en parábola de todas las víctimas.
La novela comienza con un tiempo lento, con la misma lentitud con la que la inocente niña va descubriendo el mundo, pero avanza hacia el desenlace con una tensión creciente. Después de una esporádica vuelta a su pueblo en la costa, en la que la joven experimenta doblemente la extrañeza y el desarraigo, ocurre la más terrible desgracia. Algo concreto que no desvelaremos al lector, algo que produciéndose de forma lógica en la secuencia del relato, es tan duro que no nos atrevíamos a esperar.
Ananta Toer ha pasado media vida en las cárceles de su país, ha escrito y luchado por lo que creía con un coraje moral reconocido en todo el mundo. Fiel a la gran tradición narrativa javanesa, ni un gramo de amargura o descreimiento ha traspasado nunca los límites de su obra.