Image: Las mujeres de Adriano

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Novela

Las mujeres de Adriano

Héctor Aguilar Camín

17 julio, 2002 02:00

Héctor Aguilar Camín. Foto: Mercedes Rodríguez

Alfaguara. Madrid, 2002. 297 págs., 12’95 euros

El mexicano Héctor Aguilar Camín(1946) no ha construido un complejo andamiaje para narrar una historia sobre la complejidad del amor. El historiador Justo Adriano narrará a su discípulo las relaciones que se establecieron con las cinco mujeres de su vida.

Será una historia que avanzará o retrocederá en el tiempo, tras su fallecimiento a los setenta y seis años, con muy contados cambios de escenario. Nos hallamos ante una novela de amor (o de amores) iniciada con una cita machadiana tomada en sentido irónico: "Poned atención:/un corazón solitario/no es un corazón". Será el discípulo quien transcribirá las confesiones del maestro, quien, a la vez, se autodescubre, a modo de educación sentimental. Puesto que no aparecen las tradicionales leyes morales en el horizonte del relato, podemos enraizarlo junto a aquellas novelas libertinas del XVIII que mostraban la otra cara del Siglo de las Luces, como Las relaciones peligrosas, de Chardelos de Laclos. La figura de Carlota, por ejemplo, nos recordará a una de las protagonistas de la novela. A lo largo de la vida del maestro, casi un héroe nacional tildado políticamente de conservador, pasaron cinco mujeres y cada una sugerirá una historia no sólo sentimental, sino sexual, intelectual y hasta económica.

La originalidad del personaje Justo Adriano es que tales amores coinciden en el tiempo e incluso, en el año de mayor felicidad, los cinco se dan vertiginosamente a la vez. Estas bien delimitadas figuras femeninas, como Carlota, su confidente e iniciadora, que morirá prematuramente de un cáncer estarán sujetas también al devastador paso del tiempo, el auténtico protagonista. Aquella preferirá la muerte a una amputación en páginas espléndidas, donde se revelan no sólo los aspectos sentimentales, sino el intenso amor a la vida que recorre estas páginas: desde el adolescente de Regina Grediafga, pasando por Ana Segovia, María Angélica Navarro o Cecilia Miramón. La existencia del hombre resultará colmada también por éxitos profesionales, aunque ellas entrarán y saldrán de su existencia a su antojo. En las páginas finales se da cuenta de lo que la suerte les ha deparado. Las mujeres de Adriano vendría a sostener la naturaleza polígama del varón, capaz de amar, a la vez, a varias mujeres; pero llegaremos también a la conclusión de que algunas de ellas han superado al protagonista. Entendiendo el amor como un fenómeno intermintente, María Angélica le traicionará con su enemigo intelectual. Pero el historiador no se apea de sus dominios afectivos. También advertiremos rasgos de enorme delicadeza, como la atención que dispensará a Cecilia, alcohólica y drogadicta. Ayudará económicamente a cuantas lo necesiten... Aunque Aguilar Camín ha elegido la linealidad en el relato y conocemos a Justo Adriano desde su primera juventud, irá jalonando estas páginas con el proceso de maduración. La aparente linealidad se quiebra en el hilo de la memoria, puesto que nos encontramos frente a una supuesta narración oral. El peso específico de cada una de las bien definidas figuras femeninas debe valorarse en el conjunto.

Aguilar Camín narra con fluidez, con un estilo brillante, colorista, rayano en el lirismo (resulta excelente la descripción del esqueleto de Ana, tras una radiografía). En ciertos pasajes se acerca al "realismo mágico". Y tampoco faltarán incursiones casi ensayísticas sobre la naturaleza humana, lo mexicano, el criollismo, el sentido de la Revolución y el implacable paso del tiempo.