Image: Una danza para la música del tiempo: Otoño

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Novela

Una danza para la música del tiempo: Otoño

Anthony Powell

12 septiembre, 2002 02:00

Anthony Powell

Trad. Javier Calzada. Anagrama. Barcelona, 2002. 633 págs, 19 euros

El escritor y crítico literario inglés Anthony Powell concentró su talento creativo en la elaboración de una monumental dodecalogía titulada A Dance to the Music of Time, cuyas casi tres mil páginas fueron publicadas entre 1951 y 1975 en forma de cuatro series dispuestas conforme a un patrón músico-estacional como el de las Memorias del Marqués de Bradomín.

Un océano narrativo que ofrece una sugestiva visión de la vida británica desde el decenio de los 20 hasta el de los 70. La traducción de Calzada va acompañada de pertinentes notas que ayudan a descifrar las referencias literarias que el narrador, Nicholas Jenkins, introduce en su texto. Se trata de un joven escritor, periodista y estudioso de la literatura inglesa del siglo XVII que apenas si consigue velar su cristalina condición de alter ego del autor. En concreto, las aventuras de Nick durante la II guerra mundial coinciden punto por punto con las del propio escritor, que también sirvió en un Regimiento galés desplazado en el Ulster hasta licenciarse con el rango de mayor después de haberse desempeñado como oficial de enlace con las tropas aliadas en el exilio. Powell siempre protestó que su Danza para la música del tiempo no era una roman á clef, pero sus lectores han identificado varias docenas de fuentes plausibles para otros tantos de los 400 personajes que Powell incluye, comenzando por el propio protagonista.

Powell constituye un caso admirable en lo que se refiere al aprovechamiento literario de sus propias experiencias. La llamada "literatura del yo" encuentra en él tres plasmaciones genéricamente diferenciadas, pero coincidentes en la sustancia de lo narrado: la magna novela autobiográfica, las memorias en los cuatro volúmenes de To Keep the Ball Rolling y sus diarios. Powell representa un caso genuino de fidelidad a la novelística más tradicional, desde Dickens hasta las grandes sagas familiares donde se intenta recrear todo un mundo de vidas individuales, relacionadas entre sí y sujetas a los vientos colectivos de la historia.

Uno de los personajes en clave, el filósofo David Pennistone, recuerda la Servitude et grandeur militaire de Alfred de Vigny para caracterizar la vida en el ejército como una experiencia fundamentalmente aburrida. Así es la del narrador en los improvisados cuarteles irlandeses de Castlemallock, donde pululan oficiales de medio pelo enzarzados en diálogos de besugos, y los únicos avatares registrables son episodios de perversión burocrática, de alcoholismo y, sobre todo, de las infidelidades fruto del "relajo moral" desencadenado por la guerra. Sólo en la segunda novela de la serie se introduce una cierta tensión cuando los bombardeos de Londres y las muertes de civiles presentadas como peripecias casi vodevilescas, que afectan a algunos de los amigos de Nick pertenecientes a su círculo de siempre. Entre ellos, y entre los militares diplomáticos que el narrador y protagonista frecuenta desde Whitehall cuando pasa a encargarse de los aliados de los británicos en aquella "guerra de sastres" transcurren las mejores páginas de este gran fresco narrativo, que adquiere un sesgo de gran kermés cosmopolita.