Image: Ébora

Image: Ébora

Novela

Ébora

Xosé Carlos Caneiro

12 septiembre, 2002 02:00

Xosé Carlos Caneiro

Espasa Calpe. Madrid, 2002. 454 págs.. 18’50 euros

Xosé Carlos Caneiro (Verín, Ourense, 1963) posee una de las voces más originales y capacitadas en la literatura gallega actual. Poeta, autor de cuentos y novelista saltó a la luz como ganador del Premio Xerais con su primera novela, O infortunio da soidade (1992).

Su fecundidad narradora constituyó una sorprendente revelación en las cuatro novelas siguientes, que completan una desgarrada y encarnizada pentalogía, lejos de la tan manoseada literatura leve y superficial al uso. Un xogo de apócrifos (1997), finalista del Premio Nacional, fue traducida al castellano por Rodríguez Baixeras y pasó sin pena ni gloria en la atención crítica de ámbito español, lo cual bien puede ilustrar la precaria atención que se presta a las literaturas no castellanas fuera de su marco geográfico. Pues esta novela descubre un audaz proceso literario con su propia escritura a partir de los cuentos intercalados y con su atormentada indagación sobre la soledad, la locura, el amor y la muerte, además de la inmersión en la creación literaria como terapia para afrontar el abismo de la existencia. La pentalogía sigue con Os séculos da lúa (1999), Tal vez melancolía (1999) y ébora (2000).

ébora es la mejor de todas. Los temas y obsesiones de la pentalogía reaparecen aquí con renovada intensidad, subordinados a un eje vertebrador en el que se fundamenta la estructura de la novela y en el que se integran múltiples referencias y alusiones a las cuatro anteriores. ébora es al mismo tiempo un espacio real del que se huye y un lugar imaginario que se sueña. ébora (o Dalmara, como se llamaba en novelas precedentes) constituye una metáfora de nuestro mundo en la segunda mitad del siglo XX. Este lugar aislado y próximo a la frontera con Portugal sirve de marco para revisar con ácida memoria crítica los tiempos de pobreza y miseria material e intelectual de la posguerra y de las postrimerías del franquismo hasta llegar a la banalidad, la uniformación del pensamiento y el juego de apariencias en busca del éxito fácil que han regido la historia y la cultura españolas desde la transición política hasta hoy.

De ébora se marcha Libardino Romero para escapar de aquella axfisia espiritual y moral, esclavizado en veinte años de matrimonio, en busca de la libertad, el amor y la felicidad. En su viaje se encuentra con personajes curiosos y extravagantes como un manco enamorado bailador de tangos y un misterioso individuo encargado de soñar la existencia del mundo. Al mismo tiempo se recuerdan otros personajes no menos pirados de la vida de ébora: un estrafalario pintor de ataúdes o el cura obsesionado con el misterio de la Trinidad, por citar sólo a dos de los más singulares. Este cruce permanente y caótico de vidas tiene su sistema narrativo unificador en el trato entre Libardino y Mefisto para que este sueñe una novela con los deseos de aventura de aquel. Y al cabo, como en Cien años de soledad, la construcción de la novela descubre su génesis entre los papeles de la enigmática maleta del soñador: "ébora, novela, veinticuatro capítulos y un último que engloba tiempos y espacios en una astral conjunción benévola" (pág. 453). El esbozo encontrado entre estos papeles anuda el final de la novela con su principio. En su desarrollo se ha completado un texto de una gran ambición desplegada en su creatividad verbal, en el aliento poético y en la musicalidad de su prosa, en sus juegos con las palabras, en su creación de humor mediante la parodia y lo grotesco de muchas situaciones y personajes hilarantes y en su integración compositiva de una deformada educación sentimental perpetrada durante el franquismo en un esque- ma de novela de intriga, con persecución policial incluida, que busca su sentido profundo en el despiadado ataque a la manipulación política, social, académica y cultural reinante en nuestro tiempo y en su defensa de la más alta literatura.